martes, 10 de julio de 2012

ENCONTRAR EL BUEN CAMINO


LA S   V O C A C I O N E S :   ¿ Cuál  es  la  mía ?



‘Una vida realizada es fruto de un lindo sueño de juventud’ (Mons. H. Cámara).

‘Joven, perdiste el derecho a ser mediocre o tibio’.

‘No hay mas que un modo de ser felices: vivir por los demás’ (L. Tolstoi).

CONTENIDO

Introducción

Presentación

1ª parte: Guías para reuniones

1.        El matrimonio

2.        El servicio soltero

3.        La vida religiosa

4.        El sacerdocio

2ª parte: Comentarios sobre cada vocación

Anexos

1.        El sacerdocio bautismal

2.        El sacerdocio ministerial

Salinas, julio de 2012. PR.



 I N T R O D U C C I Ó N.



Mensaje: Descubrir para qué existimos, a qué servimos, donde tenemos que ubicarnos para ser felices y útiles a los demás, a la sociedad, a la Iglesia, a Dios.

Símbolo de la flor

̵            Enseñar una flor, una rosa por ejemplo.

̵            Preguntar: ¿Para qué sirve esta flor, esta rosa?

̵            Respuesta: A ser bella, a alegrarnos con su belleza. Esa es su vocación.

COMENTARIO. Dibujo y explicación: EL REDONDEL DE LA VIDA CON 4 GRANDES AVENIDAS.

A. EL MATRIMONIO

-          Vivir juntos para hacer avanza un proyecto de vida, amor, solidaridad y fe.

-          ¿Cuándo comienza el matrimonio? Comienza cuando empezamos la vida juntos como pareja.

-          Hacemos la promesa, expresada o no: “Nos juntamos para juntos superar las dificultades y celebrar las alegrías”.

-          El matrimonio cristiano: Efesios 5,31-33. Juan 2,1-11: La bodas de Caná. Signo, símbolo y sacramento.

Marcos 10,1-12: ‘Lo que Dios unió, no lo separe el hombre’. Tobías 8,4-8: Oración de los esposos.

B. EL SERVICIO SOLTERO POR UNA CAUSA HUMANITARIA

-          Es la entrega feliz por los demás, en definitiva por el Reino de Dios.

-          El Reino es nuevas relaciones consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios, mediante estructuras-instituciones que confirmas esta nuevas relaciones.

-          Es el caso de los Misioneros y misioneras seglares de manera permanentes.

Mateo 19,11.12: ‘Mejor no casarse’…

C. LA VIDA RELIGIOSA

-          Es organizarse juntos o juntas para servir mejor a los necesitados en nombre de Jesús. Este servicio consiste en que los necesitados enfrenten y superen organizadamente sus necesidades.

-          El sentido de los 3 votos: la obediencia es obediencia a un proyecto al servicio del Reino, la castidad es exigencia de transparencia en las relaciones humanas, la pobreza es opción por una pobreza digna y por identificarse con las causas de los pobres y de sus luchas.

Hechos 2,42-47: La primera comunidad cristiana.

D. EL SACERDOCIO

̵            El primer sacerdocio, el sacerdocio mayor es el de los bautizados: ser juntos profetas (palabra), sacerdotes (fe) y reyes-pastores (organización) en el seguimiento de Jesús.

̵            El sacerdote ordenado es aquel que anima a los cristianos a constituirse como Comunidad para construir y celebrar la fraternidad, como verdadero culto a Dios.

Apocalipsis 21,1-5: ‘Vi la ciudad santa’.



  parte :  GUÍAS  PARA  EL  DIALOGO.



GUÍA  1 :  EL  MATRIMONIO

Mensaje: Juntos para un proyecto de amor, vida, solidaridad y fe.

Diálogo

  1. ¿Cuándo podemos decir que un matrimonio funciona bien?

Palabras de Dios a leer: Marcos 10,1-12 y Efesios 5,28-33.

  1. ¿Qué dijeron sobre el matrimonio primero Jesús y luego San Pablo?

3.     ¿Qué aplicación a nosotros y nosotras hacemos de estas 2 lecturas?

4.     A partir de todo lo conversado, ¿qué condiciones personales y materiales se necesita para lograr un matrimonio feliz?

GUÍA  2 :  EL  SERVICIO  SOLTERO

Mensaje: Entrega alegre por el Reino de Dios.

Diálogo

  1. ¿Qué personas solteras conocemos que viven felices? ¿Por qué razones viven felices?



Palabra de Dios a leer: Mateo 19,10-12.

2.     ¿Qué dijo Jesús de las personas que no se casan?

3.     ¿Cómo aplicamos esta lectura a la realidad de hoy?

4.     ¿Qué condiciones personales y materiales se necesita para lograr una vida soltera feliz?

GUÍA  3 :  LA  VIDA  RELIGIOSA

Mensaje: Juntas (o juntos) para servir mejor a los necesitados en nombre de Jesús.

Diálogo

  1. ¿Qué testimonio dan las religiosas que conocemos? Resumamos lo que  acabamos de decir en 3 puntos principales.

Palabras de Dios a leer: Hechos 2,42-47 y 4,32-37.

3         Según estas 2 lecturas, ¿cómo vivían los primeros cristianos?

4.     ¿De qué maneras se inspiran de esta lectura las religiosas (y los religiosos) de hoy?

5.     ¿Qué condiciones personales y materiales se necesita para lograr una vida religiosa feliz?

GUÍA  4 :  EL  SACERDOCIO

Mensaje: Sacerdote para animar la Comunidad a construir y celebrar la fraternidad.

Diálogo

  1. ¿Cuáles son las actividades propias del sacerdote?
  2. ¿A qué objetivo apuntan todas estas actividades del sacerdote?

Palabra de Dios a leer: Apocalipsis 21,1-5.

  1. ¿Cuáles son las características del Pueblo que sueña Dios para la Humanidad?
  2. ¿Quiénes tienen más responsabilidades en hacer hoy realidad este Pueblo que sueña Dios?
  3. ¿Qué papel tiene el sacerdote en la conformación de este Pueblo nuevo?
  4. ¿Qué condiciones personales y materiales se necesita para lograr una vida sacerdotal feliz?

    parte :  COMENTARIOS  SOBRE  LAS  VOCACIONES.



INTRODUCCIÓN

                La vocación de todo ser humano es llegar a conformarse como Pueblo de Dios. El individualismo, o sea, ser solo: sin Dios y sin los demás, es el primer y mayor pecado. Escuchemos lo que dice San Pedro, el primer Papa: ‘Ustedes, al contrario, son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un Pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas. Ustedes estaban en las tinieblas y los llamó Dios a su luz admirable. Ustedes antes no eran su Pueblo, pero ahora son Pueblo de Dios; ustedes no habían alcanzado su misericordia, más ahora han conocido su misericordia’ (1 Pedro 2,9-10).

                Luego, en este Pueblo de Dios hay varios servicios, carismas, ministerios, según los talentos de cada uno y cada una, para responder a las necesidades de los demás. Cada uno y cada una de nosotros y nosotras tenemos una vocación, nuestra vacación personal, la que nos permitirá ser felices. La vocación es el camino de servicio que Dios y los demás esperan de nosotros.

                Vamos a presentar aquí los 4 principales caminos que se presentan a cada ser humano, especialmente cuando se es joven: el matrimonio que es el más común, el servicio soltero a lo largo de toda una vida, la vida religiosa que se llama también ‘consagrada’ (para mujeres y para varones) y el sacerdocio u orden sacerdotal.



I.  EL  MATRIMONIO :  UN CAMINO  LINDO  PERO  PEDREGOSO

                ‘La amistad hace vivir el corazón’. Sí, la amistad hace vivir nuestro corazón: al no dar amistad, nuestro corazón se secaría. Al no recibir amistad, nuestro corazón se quedaría triste. La amistad es el camino hacia el amor y su compañera de camino… El amor está hecho de amistad fiel, sencilla y alegre. La Biblia tiene una linda página sobre la amistad, en Sirácides 5,6-17: ‘El amigo fiel es un refugio seguro: quien lo encontró, ha hallado un tesoro. ¿Qué pagarías por tener un amigo fiel?’.

                Veamos ahora, un poco más detenidamente el tema del amor, del matrimonio y de la vida sexual, afín de encontrar un camino que nos haga feliz, muy felices. He aquí unas reflexiones.

A. EL SEXO NO ES EL AMOR

                El sexo nos invade por todas partes: su presentación y práctica públicas casi no tienen límite. Todo estaría permitido y bueno. Ayudémonos a encontrar un camino de discernimiento, vida y dignidad. Al crearnos Dios ha dado un lugar especial a la sexualidad: ‘No está bueno que el ser humano viva solo’ (Génesis 2,18). Y al finalizar la creación de la primera pareja, dijo Dios: ‘Y vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció el sexto día’ (Génesis 1,31). Si la sexualidad hace parte del plan de Dios, ahí vamos a encontrar unas pistas para entenderla y vivirla mejor.

                Digamos primero que ‘el sexo no es el amor’. Las dificultades provienen muchas veces del hecho de realizar el uno sin el otro. Y la experiencia hacer ver que no es bueno separarlos: se necesitan, están para convivir juntos, igual que el cuerpo no puede vivir sin el espíritu; sino, sería la muerte, la destrucción de las personas y del mismo plan de Dios. La vida sexual y el amor tienen su espacio natural, que es el matrimonio. Este es la unión del amor duradero con la vida sexual: los dos se complementan y se necesitan mutuamente.

                La relación sexual es una relación exclusiva, o sea, que no está para compartirla con varias parejas sino una sola. Por eso dice San Pablo: ‘¡Cuidado con las relaciones fuera del matrimonio! Que cada uno, pues, tenga su esposa y cada mujer su marido’ (1 Corintios 7,2). La relación sexual hace parte de 3 realidades que una pareja debe compartir lo más posible siempre juntos para que el demonio no encuentre lugar para poner la cizaña. Se trata de 3 palabras comenzando por la letra ’C’: la Casa, la Comida y la Cama. ¡Buena sabiduría popular!

B. EL SIGNO PROPIO DEL MATRIMONIO ES LA RELACIÓN SEXUAL

                Como seres humanos, somos seres de relación. Y cada relación tiene su expresión propia: el saludo entre vecinos, el apretón de mano entre conocidos, el abrazo entre amigos, el beso entre novios, y la relación sexual entre pareja estable, o sea, la entrega más total. Si cambiamos los signos de tales relaciones, destruimos la comunicación y el respeto mutuo. Un matrimonio sin relación sexual es incompleto e inválido. El matrimonio comienza con la vida juntos: en ella la relación sexual crea un vínculo que no se puede romper. Cada uno, con el signo de esta relación, ha adquirido un derecho sobre el otro. Así lo expresó también San Pablo: ‘Ya la esposa no dispone de su propio cuerpo, el marido dispone de él. Del mismo modo, el marido no dispone de su propio cuerpo, la esposa dispone de el’ (1 Corintios 7,4).

                Para que la relación sexual aporte el gozo verdadero y permanente, su mejor espacio es el matrimonio. Este es su mejor garantía, por que aporta 4 dimensiones necesarias a la realización de relaciones sexuales satisfactorias. El matrimonio aporta la duración: una relación sexual pasajera deja insatisfecho, porque uno, generalmente la mujer, se siente utilizado y abusado. El matrimonio comporta la fidelidad: una relación sexual exige la exclusividad, o sea, solo con su pareja, para que los dos se sientan seguros el uno del otro. El matrimonio supone la entrega total y voluntaria: si la relación sexual es obligada, estamos cerca de la violación y de la ruptura. En fin el matrimonio es comunión de los cuerpos y de las almas: la relación sexual no es egoísta ni individualista; es comunión que busca el gozo mutuo. Cada uno busca la felicidad del otro.

                Dios asignó al matrimonio una triple realización: ‘El ser humano dejará a su padre y a su madre para unirse con su pareja y los dos serán un solo ser’ (Génesis 2,24). Como se ve, el matrimonio es todo un proyecto. Primero ‘quien se casa, busca su casa’: el verbo ‘casarse’ viene de ‘casa’, que es la propia y no la de los padres. Luego, está la unión sexual como signo natural y, en fin, la unidad de la pareja. El matrimonio es toda una exigencia: un camino… que necesita una buena preparación ¡No se improvisa!

C. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

                El sacramento del matrimonio no está en la bendición del sacerdote, sino en la decisión de la pareja de vivir juntos. La bendición es solamente un signo de lo que representa cristianamente el matrimonio: es celebración de la presencia de Dios en el matrimonio. Por esto se llama ‘sacramento’, o sea, que el matrimonio es ‘reflejo del amor de Dios’. Esta presencia de Dios se manifiesta a lo menos de 3 maneras en la vida de la pareja: por su amor mutuo, por las relaciones sexuales y por la fe de los dos.

-          Dios está presente en el amor de los novios y esposos, por él mismo está al origen de todo amor (Génesis 1,26: ‘Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza’).

-          Está presente en la relación sexual porque ésta, al transmitir la vida, la tiene de Dios. Por esto, se puede decir que la relación sexual es algo ‘sagrado’, porque contiene el poder divino ser como Dios, ‘creadora’ de vida, que es propiedad de Dios.

-          Dios está presente en el matrimonio por los 3 significados que él mismo les ha dado: el matrimonio representa la unión de la pareja, el pacto de Dios con la Humanidad y la alianza de Cristo con la Iglesia (Efesios 5,32).

Encontramos en el libro de Tobías una linda oración que resume este plan de Dios sobre el matrimonio. Está hecha por una pareja, Tobías y Sara, antes de pasar su primera noche de boda (8,4-8). ¡Qué bonito fuera que muchas parejas la rezaran juntos!

D. CONCLUSIÓN: Sexo, amor y proyecto de vida

                El matrimonio es una de las más bella empresas humanas que exige preparación y responsabilidad: no dejemos perder por gusto esta belleza y el gozo que nos espera, con la ayuda de Dios y de todos nosotros y nosotras. Resumiendo podemos decir:

-          El sexo no es el amor, sino su celebración. El sexo sin amor termina en frustración.

-          El amor sin un proyecto de vida es sólo ilusión. No es suficiente para asentar la vida de una pareja; no es la base del matrimonio o la vida conyugal estable.

-          El matrimonio es un proyecto de vida decidido en común. La pareja debe decirse: ¿Qué vamos a vivir? ¿Qué queremos vivir? ¿Cómo lo vamos a llevar adelante, entre dulzuras y amarguras? Sino, se está construyendo su propio fracaso.

A nosotros de discernir en qué paso estamos y decidirnos cuando nuestro proyecto de vida se concreta en el matrimonio. El resto es engaño: engaño de la otra persona y engaño de nosotros mismos.



II.  EL  SERVICIO  SOLTERO  COMO  COMPROMISO  MADURO  Y  PERMANENTE

                La preocupación de dedicar su vida a un fuerte servicio de los demás, que Jesús llamó ‘del Reino’, puede conducir a vivir este servicio como soltero de una manera permanente y sentirse plenamente feliz y realizado con éste.

A. EJEMPLOS DE PERSONAS FELIZ POR SU SERVICIO SOLTERO PERMANENTE

                La realidad de la vida nos hace ver que muchas mujeres y un cierto número de varones viven solteras y solteros. Se dice que, en nuestro país, sobre 3 matrimonios, 2 fracasan, y que de las 2 mujeres separadas o abandonadas una se queda sin volver a formar un hogar. Conclusión: una mujer sobre 3 pasa su vida sola con sus hijos, lo que es un número bastante alto. La situación de los varones es distinta: pocos viven solos. Una de las razones es que no se han acostumbrado a desenvolverse sin la ayuda de una mujer. No han aprendido y no se les ha enseñado, por ejemplo, a cocinar, asear la casa, lavar su ropa, atender a los niños chiquitos… Esto es un signo de machismo, o sea, de maltrato a la mujer, considerada como al servicio del varón: hace lo que el varón no quiere hacer y lo sirve en lo que necesita. Es signo también de desigualdad. Debe ser esto una razón de muchos fracasos matrimoniales.

                Además. Conocemos seguramente en nuestro alrededor a varias mujeres, y también varones, que no se casaron y que viven una vida feliz. Unos no pudieron casarse por varias razones; otros eligieron seguir sin pareja. Las vemos y los vemos felices y muy activas y activos tanto en su profesión como en los diversos servicios que prestan a su alrededor. La característica de su vida es el servicio, casi a tiempo completo, y muchas veces un servicio cristiano. Esto nos hace ver que, al no entrar en la vida matrimonial, es preciso, para ser felices, una vida entregada al servicio: el amor que, en el matrimonio, se vuelca hacia la pareja y los hijos, necesita, en la vida soltera, encontrar la manera de comunicarse y manifestarse de una manera muy activa. Ahí está el secreto de la vida soltera feliz.

                Un ejemplo, entre otros, de vida soltera feliz es la de Rigoberta Menchú. Es una mujer indígena guatemalteca conocida por el servicio a los hermanos y hermanas de su raza maya. En 1992 recibió el Premio Nobel de la Paz por la defensa y el protagonismo que supo demostrar en este sentido. Luego, fue nombrada ‘embajadora de la Naciones Unidas’ para la promoción internacional del ‘Decenio de los Pueblos Indígenas’ (1992-2002). El año pasado, estuvo presente en Riobamba para la celebración del 10° aniversario de la muerte y resurrección de Monseñor Proaño. Su vida de soltera es seguramente ejemplar.

B. EL SERVICIO SOLTERO COMO SERVICIO DEL REINO AL EJEMPLO DE JESÚS

                Jesús hizo un día un comentario sobre la vida soltera (Mateo 19,1-12). Había respondido a unos fariseos que le preguntaban si ‘estaba permitido despedir a su esposa por cualquier motivo’. Frente a la respuesta radical de Jesús: la separación contradice el plan de Dios, hasta los apóstoles se quedaron sorprendidos. Completando su explicación, Jesús dijo entonces (v. 12): ‘Hay hombres que nacen incapacitados para casarse. Hay otros que fueron mutilados por los hombres. Hay otros que, por amor al Reino de los cielos, han descartado la posibilidad de casarse. ¡Entienda el que pueda!’. Aquí, Jesús nos habla de 3 categorías de personas que no prueban del matrimonio:

-          Unos que tienen una malformación física que les impide realizar el signo del matrimonio que es la relación sexual.

-          Otros que han sido ‘mutilados’ y tampoco pueden tener relación sexual: era el caso de los eunucos, o sea, de los varones castrados o mutilados en sus órganos sexuales, por dedicarse al cuidado de las mujeres de los jefes de ciertas naciones.

-          ‘Otros que, por amor al Reino, han descartado la posibilidad de casarse’. En este caso, se elige no casarse por el servicio del Reino. Seguramente, Jesús pensaba en el mismo, y en todos y todas los y las que iban a seguir su ejemplo, sea en la vida religiosa y sacerdotal, sea en la vida seglar. Esto es el caso de los bautizados y las bautizadas que eligen no casarse o que aceptan seguir de solteros y solteras, por cumplir un servicio a los demás que es, en definitiva, el servicio del Reino.

C. UN SERVICIO QUE RESPONDAS A CIERTAS CONDICIONES PARA LOGRAR LA FELICIDAD

                ¿Cuáles son estos servicios que llenan y hacen felices una vida soltera? De alguna manera son servicios que responden a las necesidades fundamentales de la persona y de la sociedad, tal como los servicios de salud, educación, defensa de la vida y de la naturaleza, promoción humana, organización comunitaria, derechos humanos, evangelización… En este último caso, entraría el servicio misionero seglar, que comienza a existir de una manera permanente. Aquí valen los consejos de Pablo a Timoteo: ‘No dejes que te critiquen por actuar como un joven. Más bien trata de ser el modelo de los creyentes.... No descuides el don espiritual que posees… (1 Timoteo 4,12-14). Se trata de una vocación que uno descubre en el secreto de su corazón, en la práctica del servicio, en el llamado de tantos necesitados que cruzan nuestro camino, en el discernimiento con otros…

Saquemos algunas conclusiones de todo esto:

-          El servicio soltero permanente es una realidad en muchas personas entregadas a los demás.

-          Uno se entrega a este servicio por decisión madura. No se trata de buscar comodidades o tranquilidad: seria engañarse. Tampoco una se mete ahí por desquitarse de una decepción amorosa, o porque tiene un cierto miedo al matrimonio o a la responsabilidad de educar hijos: sería ir a un fracaso seguro.

-          Es de notar que se trata de un servicio a largo plazo: una cosa es prestar un servicio durante unos pocos años, y otra lanzarse en una tarea de toda la vida. En esto, hay que pensar de qué maneras se va a desenvolver uno pasando los 50 años, con posibles enfermedades y con menos capacidad para cumplir con la responsabilidad asumida.

-          Puede ser que uno, en un primer tiempo, no haya pensado en un servicio soltero permanente. Pero, las circunstancias de la vida lo llevaron por ahí: ha comenzado a servir y le gusta, o fracasó su matrimonio y entró a servir de un modo muy entregado. En este caso se asume una nueva situación y se enfrenta positivamente con el futuro que va abriendo.

-          La motivación cristiana ayuda a clarificar el compromiso. El servicio a que se compromete no tiene solo una dimensión personal en que uno se realiza, o humanitaria que beneficia a los demás, es sobre todo una manera de servir el Reino de Dios e identificarse con Jesús. Se responde un llamado del Señor y de él se ha de recibir muchas ayudas y satisfacciones, en medio de muchas dificultades y caídas.

Así que: ¡a pensarlo bien!



III. LA VIDA RELIGIOSA COMO PRÁCTICA DE LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS

Hablar de la vida religiosa es relacionarse directamente al llamado de Jesús a seguirlo de una manera más radical. Se trata aquí de seguir sus orientaciones, o sea, los consejos evangélicos. Esto se manifiesta por la práctica personal de los votos juntos a otros compañeros o compañeras que han hecho la misma opción.

                Es cierto que hablar de los ‘votos religiosos’ hoy puede aparecer como tema bastante fuera de lugar. En un tiempo donde se promueve casi exclusivamente la libertad individual, hablar de obediencia parece mensaje que llegara de otro planeta. En un momento donde se promueve el derecho al placer sin límite, hablar de castidad suena como fuera de lugar. En un ambiente de derroche, de corrupción y de acumulación de riquezas jamás visto, elegir la pobreza y hacer suya lo opción por los pobres pueden dar a pensar en locura. El ‘espíritu del mundo’ está bastante lejos de espíritu del Evangelio. Vamos a tratar de descubrir el sentido profundo de los votos, su mensaje positivo y humanizador, y su necesidad para testimoniar de la Buena Nueva que nos trae hoy Jesucristo.

A. SENTIDO GENERAL DE LOS VOTOS

                Una palabra del Papa Pablo 6º, en su carta encíclica ‘acerca de la Evangelización del mundo contemporáneo’ del año 1975, confirmó nuestra opción: ‘Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un Reino, el Reino de Dios, tan importante que, en relación a él, todo se convierte en ‘lo demás’, que es dado por añadidura. Solamente el Reino después absoluto y todo el resto es relativo’ (8). Para nosotros los cristianos, nuestra referencia es el Reino para ayudar a cada uno y cada una de nosotros y a toda la gente a evaluar sus propias acciones y tomar decisiones. En lo que vemos y hacemos, ¿qué es lo que construye el Reino y que es lo que lo destruye?

                Me parece que debemos situar también los votos a este nivel, como signos, presencia y anticipación del Reino. Dejar de limitarnos a su aspecto negativa de renuncia a la libertad, al placer y al dinero. Los votos son el centro del Evangelio y el resumen de la Bienaventuranzas. Contestan las bases deshumanizante de nuestro sistema social, son el camino que siguió Jesús para enfrentar las tentaciones del diablo y, podríamos decir también que son las bases alternativas del verdadero modo de vivir en sociedad a partir de una opción de vida personal y comunitaria. El voto de obediencia nos une al servicio de un proyecto común y organiza respetuosamente la convivencia comunitaria; debe ser entonces un ejemplo de convivir en sociedad: no estamos muy lejos de la ‘política’ en sentido de organización armoniosa del convivir ciudadano. El voto de castidad apunta hacia la verdad de las relaciones humanas y el respeto mutuo; entonces tiene que ver con todas las formas de expresión y comunicación, o sea, nuestras ideas y proyectos y por lo mismo con las ideologías. El voto de pobreza nos orienta hacia el compartir y la solidaridad; entonces tiene que ver con todo lo que toca lo económico y la economía, como atención y promoción de los más necesitados.

Así, hay que dejar de pensar también que los votos están solamente para los religiosos y religiosas y los sacerdotes. Están para todo los bautizados que desean tomar en serio el seguimiento de Jesucristo. Miremos más detenidamente a cada uno de estos 3 votos.

B. EL VOTO DE OBEDIENCIA COMO SERVICIO DE UN PROYECTO COMÚN

                Una vez preguntaba a personas adultas cómo se podría definir el matrimonio. Una mujer me contestó: ‘Padrecito, creo que el matrimonio consiste principalmente en obedecerse el uno al otro’. Me quedé algo sorprendido, pero muy satisfecho de la respuesta: la obediencia pasaba a ser una actitud sumamente positiva de respeto, de ayuda, de igualdad, de comprensión, de respeto y de dignidad. Miremos también como toda organización social, cultural o deportiva tiene sus leyes y reglamentos: si son desobedecimos, nos hay más organización ni éxito.

                La obediencia en una Congregación, me parece, no es una actitud servil, sumisa y ciega: no está para suprimir la personalidad ni peor humillar y destruir a las personas: esto sería antievangélico y pecaminoso. La obediencia parte del desarrollo personal que se armoniza en un proyecto más amplio, o sea, mediante el carisma de las y los fundadores. Con la obediencia, nos unimos al servicio de un proyecto común que da sentido y felicidad a nuestro ser personal porque construye la vida y la fraternidad, primero de la comunidad que conformamos. Las relaciones de obediencia deben ser relaciones de respeto, de diálogo, hasta de ternura que ayuden a crecer personalmente y en entrega cada vez más total, generosa y alegre. Conflictos, ha de haber porque somos humanos, pero la obediencia no justifica la prepotencia, el desprecio, los castigos humillantes, el maltrato en público, el desprecio,… al ejemplo de Jesús que nos exige vivir la autoridad como la mayor forma de atención, de compasión, de perdón, de consideración, en especial al más débil y pecador.

                Jesús nos dio el mejor ejemplo de obediencia a través del servicio:

-          Hebreos 10,5-10: ‘Tu, no quisiste sacrificios ni ofrendas… Aquí estoy para cumplir tu voluntad’.

-          Lucas 22,27: ‘Yo estoy entre Ustedes como aquel que sirve’.

-          Juan 13,12-17: ‘Si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también Uds. deben lavarse los pies unos a otros… ¡Felices si ponen estas cosas en práctica!’.

C. EL VOTO DE CASTIDAD COMO TRANSPARENCIA DE NUESTRAS RELACIONES

                La castidad no es primero un proyecto negativo de abstenerse de relaciones sexuales, de contraer matrimonio o de gozar con su cuerpo, como si todo esto fuera malo. La castidad es un modo digno de tratar nuestro cuerpo y una manera digna de comunicarse con los demás. Todos debemos ser castos respeto a nosotros mismos y a los demás: se trata de una calidad de relación hecha de verdad, de sencillez y de transparencia. Si queremos ser un testimonio para los demás, hay que comenzar por sí mismo y por nuestras relaciones entre nosotros y nosotras. Para llegar a esto, hay que entender positivamente el sentido del cuerpo y de la sexualidad. Cuando se habla de ser transparente, hay pensar en el agua: el agua es transparente cuando es pura y limpia. Igual para nosotros, somos transparentes cuando somos puros y limpios de corazón, de mirada y de gestos y acciones. La castidad es esta clase de pureza y transparencia.

1.       Sentido positivo del cuerpo

        Somos personas de relación. No podemos vivir mucho tiempo aislados y aisladas. Necesitamos encontrarnos y comunicarnos. Estas comunicaciones se realizan mediante nuestro cuerpo, por palabras, miradas, gestos, actitudes, expresión corporal, danza… Nuestro cuerpo es nuestro medio de comunicación hacia los demás y de los demás hacia nosotros. Además cada comunicación tiene sus modales propios. Ejemplos:

-          cuando encuentro una persona en la calle la saludo con un ‘Buenos días’;

-          si está persona es más conocida, nos damos un apretón de mano;

-          si se trata de un amigo o una amiga que encuentro a los tiempos, nos abrazamos calurosamente;

-          los hijos besan a su padres, otra manera de relacionarse; el beso amoroso es de los novios y la relación conyugal más íntima es la relación sexual de la pareja.

Cada relación tiene su expresión propia; si permutamos esas expresiones, algo anda mal y se trastorna la relación: o somos enfermos o queremos usar al otro o a la otra para nuestro solo gusto personal. Pues, dominamos, atropellamos, violamos, faltamos al respeto, a la intimidad, a la comunión, a la verdad, a la transparencia y a otros tantos nombres de la castidad.

2.       La dimensión sagrada de la sexualidad

        Los libros del Génesis y del ‘Cantar de los cantares’ nos ayudan a entender el sentido de la vida sexual. Somos imagen de Dios cuando, como Dios, somos creadores de cosas nuevas y también creadores de vida: ¿quiénes más que nuestros padres son creadores de vida, a imagen y semejanza de Dios? ¿De qué manera? Mediante la relación sexual. Por eso hay que decir que es un acto sagrado, porque, a través de ella, Dios se transmite y transmite la vida y el amor. En la relación sexual, ‘tocamos a Dios’ por medio del misterio de la vida, del amor y de la creación.

                A partir de esta visión sana y sagrada de la sexualidad, tengamos un corazón y unas actitudes sanas, puras, castas. Y ayudemos a otros a repensar su vida sexual y matrimonial, con la libertad de palabra que iremos adquiriendo, reorientar la vida de pareja. Ayudemos a los jóvenes, especialmente a las jóvenes a adquirir una triple madurez:

-          madurez física: el cuerpo se respeta, se cuida; es nuestro más cercano aliado. No se puede estar embarazada muy joven, el cuerpo nos está todavía maduro para esto; lo mismo el joven, se puede casar solo cuando está en capacidad de mantener una familia.

-          madurez emocional: el amor no es solo sentimientos; los sentimientos engañan. La ilusión no es el enamoramiento: este es sentir y decidir que el amor es para siempre y que la relación sexual es el mayor compromiso de uno con su pareja y una responsabilidad con la vida que puede nacer. Saber de las leyes civiles sobre el matrimonio.

-          madurez cristiana: conocer cual es el plan de Dios sobre el matrimonio (Tobías 8,4-8), ya que quiso comenzar la creación de la Humanidad con una pareja (Marcos 10,1-12). El matrimonio es el símbolo de una triple alianza: la de la pareja; en el Antiguo Testamento, la de la alianza de Dios con su Pueblo; y después de Jesús, la de Cristo con la Iglesia (Efesios 5,28-33).

Para nosotros, la Palabra de Dios que justifica nuestro celibato y castidad es la de Jesús, cuando dijo: ‘Hay otros que por amor al Reino han descartado la posibilidad de casarse’ (Mateo 19,12). Nuestra motivación definitiva es el Reino. Por esto, nuestro testimonio apunta hacia la dignidad del cuerpo, la belleza del matrimonio, la grandeza de la relación sexual, la comunión del alma por el camino de la comunión de los cuerpos, el encuentro y la identificación con Dios.

D. EL VOTO DE POBREZA Y LA OPCIÓN POR LOS POBRES

                Dicen nuestro obispos cuando se reunieron en Puebla (1979): ‘De este modo, este testimonio de pobreza y desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la obediencia, puede ser a la vez que una interpelación al mundo y a la Iglesia misma, una predicación elocuente, capaz incluso de tocar los no cristianos de buena voluntad, sensibles a ciertos valores’ (750). Como se lo confirma aquí, los votos son muy importantes y necesarios tanto para la Iglesia como para la sociedad.

                En cuanto al vota de pobreza, el Señor nos invita a dar un doble paso, relacionado con lo que acabamos de decir: pasar de lo mío a lo nuestro, y pasar de los nuestro a lo del Reino. En definitiva, el voto de pobreza no es mas que lo que llamamos actualmente ‘lo opción por los pobres’. Expliquemos en qué consiste: la opción por los pobres es opción por la pobreza digna, opción contra la miseria y opción por la causa de los pobres. Veamos cómo.

1.       Diferenciemos los 3 niveles de pobreza

        Comencemos entiendo el sentido de las palabras sin confundir las cosas y las gentes, especialmente con esta expresión: ‘de todos modos, hay pobres ricos y ricos pobres’, siendo esto una manera de eludir el problema, evitar de cuestionarnos y justificar nuestros privilegios. Es pobre aquel que vive una doble experiencia: positivamente si comparte, y negativamente si no explota a nadie. Tenemos así que examinarnos todos y todos y ayudar a otros a examinarse en este doble sentido de la pobreza y de la riqueza: es rico, entonces condenado por Jesús, aquel que no comparte y que explota a los demás, porque acumula a costa de los demás. ‘¡Pobres de Uds. los ricos, porque Uds. tienen ya su consuelo! (Lucas 6,24). ‘Es más fácil para un camello entrar por el ojo de la aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios’ (Marcos 10,25).      Busquemos ahora clarificar los términos sobre la pobreza:

-          La pobreza como miseria. Es la situación de todos los que sobreviven en la miseria y no tienen las mínimas condiciones para vivir dignamente: les falta el trabajo fijo y digno, la casa propia, la comida suficiente, la educación, la salud,…. No sólo son pobres, son empobrecidos: ‘comprobamos como el más devastador y humillante flagelo la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos…’ (Puebla 29). ‘Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas,… que producen a nivel internacional ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres’ (Puebla 30). Esta miseria es el resultado de la acumulación individual y colectiva de bienes y riquezas producidas generalmente por estos mismos pobres o sacados de estos países pobres mediante el comercio internacional injusto y la deuda externa.

-          La pobreza digna. Se trata de la situación de la gente que, sin ser acomodada, posee lo necesario para vivir decentemente. Tiene más o menos asegurados sus derechos básicos. Esta clase de pobreza apunta hacia la igualdad y fraternidad, según el mensaje del ‘maná’: ‘Ni lo que recogieron mucho tenían más, ni los que recogieron poco tenían menos. Cada cual tenía lo necesario para su consumo’ (Éxodo 16,17). Esta clase de pobreza pedimos en el Padrenuestro: el pan de cada día para todos. Y nos comprometemos a hacerlo realidad: que a nadie le sobre para que a nadie le falte, ya que lo que nos sobra pertenece a aquel que lo necesita. De estos pobres dignos, dijo Jesús: ‘¡Felices los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios!’ (Lucas 6,20). En este sentido, es pobre aquel que comparte y no explota.

-          La pobreza espiritual u Opción por los pobres. Son los que pudiendo ser ricos, o sea, acumular y explotar, deciden no hacerlo por solidaridad con los pobres, por el seguimiento de Jesús y por luchar contra la miseria: ahí se trata de una decisión y de una realidad, y no una ilusión que se quedara en mera buena voluntad. Buscamos identificarnos con los pobres, haciéndonos con ellos pobres materialmente y necesitados de la ayuda de ellos para seguir fieles a Jesucristo. No se trata de ser espiritualmente pobres; mas bien esta clase de pobres es rica de espiritualidad. De ellos Jesús dijo también que eran bienaventurados: ‘¡Felices los que tienen el espíritu de los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos!’ (Mateo 5,3). Para lograr ser pobres de espíritu, hay que ser también pobres materialmente y dignamente.

Analicemos personalmente en que categoría de pobreza y de riqueza nos encontramos, para verificar nuestra vida de pobreza, nuestro espíritu de pobreza y nuestra opción por los pobres.

2.       Las ventajas de la pobreza digna, material y espiritualmente

        El voto de pobreza nos hace asumir limitaciones de nuestras comodidades, como seguimiento de Jesús, identificación con los pobres y testimonio de solidaridad con ellos. Esta clase de pobreza nos permite ser libres afín de amar y servir mejor. He aquí unas ventajas de este voto:

-          Nos da disponibilidad, para ser más presentes y eficaces, ya que no tenemos tantas ataduras y esclavitudes que nos ofrece el ambiente de consumismo de tener cada vez más y más cosas. Nos libramos del materialismo para dedicarnos al servicio y carisma de nuestra institución, y de sus misiones.

-          Nos protege contra la avaricia y la acumulación: es tan fácil atarse a las cosas. Por eso, menos cosas: menos ataduras y menos avaricia. Recordemos que Jesús calificó el dinero de ‘maldito’ y nos dio la llave para no dejarnos dominar por él: ‘Aprovechen el maldito dinero para hacerse amigos’ (Lucas 16,9). El dinero es para compartirlo: al no compartirlo, acumulamos, y esto nos destruye y destruye a los demás.

-          Nos permite independencia con los negocios y la corrupción: menos negocios y menos corrupción. Nuestro sistema económico hace que difícilmente podemos acumular y hacer beneficios sin explotar a los demás. Es difícil hacer comercio limpio y no debe ser nuestro trabajo, en nombre de la pobreza.

-          Nos da la oportunidad de presentar una alternativa de vida en sociedad: hacer que nuestras relaciones sean basadas no en el individualismo, la acumulación, la competencia y la violencia, sino en el compartir, la igualdad, la fraternidad y la convivencia pacífica.

-          Nos identifica con Jesús y nos abre las puertas del Reino.

3.       Los 3 niveles de realización de la opción por los pobres

        El origen de la opción por los pobres, la encontramos en el Concilio Vaticano 2º celebrado en Roma de los años 1962 a 1965. Al buscar cómo aplicar las orientaciones del Concilio a América Latina, los obispos del Continente dijeron repetidamente: ‘Debemos agudizar la conciencia del deber de solidaridad con los pobres, a que la caridad nos lleva. Esta solidaridad significa hacer nuestros sus problemas y sus luchas, saber hablar por ellos. Esto ha de concretarse en la denuncia de la injusticia y opresión, en la lucha cristiana contra la intolerable situación que soporta el pobre’ (en 1968, Medellín 14,10). ‘Volvemos a tomar la posición de la segunda Conferencia General (de Medellín) que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres… Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres con mira a su liberación integral’ (en 1979, Puebla 1134). ‘Asumimos con renovado ardor la opción evangélica preferencial por los pobres, en continuidad con Medellín y Puebla’ (en 1992, Santo Domingo 296). El sentido más claro de esta opción por los pobres se encuentra en el mensaje de Puebla: ‘Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo. ´Todo lo que hicisteis a una de estos mis hermanos, por humildes que sean, a mi me lo hicisteis´ (Mateo 25,40)’ (Mensaje de Puebla, 3). Miremos los 3 niveles de ‘aceptación e identificación’ de la opción por los pobres.

-          La opción de estar ‘con’ lo pobres. Es una actitud de preocupación por los pobres, de hacerles visitas, de regalarles cosas, de defenderlos de vez en cuando, de mostrarse apenado por su situación… Esta actitud se queda en el paternalismo o maternalismo, pero no logra cambiar la situación de ellos y, en la mayoría de los casos, mantiene el empobrecimiento y lo aumenta. Es una falsa opción por los pobres: nos engañamos a nosotros mismos y los engañamos a ellos, porque no les permitimos ser actores y protagonistas de su propia liberación.

-          La opción de vivir ‘entre’ los pobres. Cuando optamos por vivir entre lo pobres, damos un paso más real hacia la opción por los pobres. En este caso, difícilmente podemos cerrar los ojos sobre su situación. Y ésta nos interpela, nos cuestiona y no nos deja tranquilos: no podemos estar entre ellos sin hacer algo que les ayude a salir de su situación. Pues, mientras no salen de su miseria, Cristo nos está diciendo: ‘Lo que no hicieron con alguno de estos más pequeños, conmigo no lo hicieron’ (Mateo 25,45). Pero esta presencia solidaria no es todavía suficiente: es bastante, pero hay que dar un paso más al dejarnos convertir por los pobres y dejarnos evangelizar por ellos.

-          La opción de pensar ‘según’ ellos y luchar ‘desde’ ellos. Es el ejemplo de Jesús que nos debe guiar: él se hizo pobre con los pobres; nació, vivió y murió entre ellos; habló desde ellos. Es lo que nos expone San Pablo en su carta a los Filipenses 2,5-11: las etapas de la encarnación de Jesús - de su conversión - que son 5. Jesús se despojó de su divinidad, se hizo hombre, servidor, hasta la muerte, y la muerte de cruz, como máxima solidaridad e identificación con los pobres. Ahí está el camino trazado: asumir la condición y la causa de los pobres. Por eso, hay que despojarse de muchas ‘riquezas’ que nos estorban y nos impiden ‘bajar’ o ‘subir’ al nivel de los pobres, para servir la causa de ellos, dejarnos instruir por ellos, por su sabiduría, y hasta dejarnos evangelizar por ellos, porque, si son los herederos del Reino, tenemos que hacernos mendigos de su inestimable tesoro. En la opción por los pobres está nuestra capacidad de identificarnos y convertirnos a Jesucristo. Pues, ha de ser esto la conversión cristiana y necesitaremos de toda nuestra vida para lograrla aunque sea un poquito, sin esperar que sea demasiado tarde. Se entiende que para los ricos está conversión cuesta demasiado: el joven rico no la logró (Marcos 10,22), Zaqueo sí (Lucas 19,9).



Ayudémonos a lograr hacer de verdad la opción por los pobres según el ejemplo de Jesús y ayudemos a nuestros hermanos a conseguirla también: ahí se juega nuestra entrada en el Reino. Pero sí, el Reino está siempre a la mano.



IV.  EL  SACERDOCIO  O LA  ORDEN  DE CONFORMARSE  COMO  PUEBLO  DE  DIOS

                Cuando reflexionamos sobre el papel del sacerdote, podemos quedarnos en sus actividades espirituales de celebrar la misa y perdonar, o de ser un consejero personal. Hablamos también de intermediario y de puente con Dios. Pero, con todo esto, puede ser que nos quedemos ‘en las ramas’, como se dice, y que no vayamos al meollo de su ministerio sacerdotal. Pues, parece que todos estas actividades son sólo medios para alcanzar un fin, que es la realización del proyecto de Dios, su sueño. Y su sueño es que toda la Humanidad seamos un Pueblo, es más, que seamos su Pueblo. Ser el Pueblo de Dios es ser una Comunidad consagrada a él, con las características que desea él: la libertad de toda esclavitud, la alianza con él y la fraternidad o solidaridad entre sus miembros. Tal vez sea esta la orden sacerdotal: ayudarnos a constituirnos Pueblo de Dios mediante la fe y el amor. Veamos más detalladamente.

A. NUESTRO BAUTISMO NOS HA HECHO PROFETAS, SACERDOTES Y REYES

                Nuestro bautismo nos da el objetivo de la vida cristiana: entramos a formar parte de la Iglesia de Jesús y, cuando grandes, confirmamos nuestro bautismo siendo partícipes de toda la vida la Iglesia. Y las maneras de ser partícipes en la Iglesia se demuestra mediante nuestra triple misión bautismal: siendo profeta, sacerdote y rey.

-          Somos profetas cuando, como se dice, anunciamos y denunciamos con palabras y hechos la presencia o la ausencia del Reino en nosotros y entre nosotros. Somos encarnación de la Palabra de Dios.

-          Somos sacerdotes cuando rezamos, participamos en actos de religiosidad popular, bendecimos el pan y los hijos, nos consagramos a tareas de beneficio común. Somos puentes e intermediarios con Dios.

-          Somos reyes o ‘pastores’, utilizando el calificativo que prefirió Jesús, cuando nos unimos, nos organizamos para formar comunidades, en particular Comunidades Eclesiales de Base. Así, nos reunimos para avivar nuestra fe, profundizar la Palabra de Dios, vivir la solidaridad, trabajar para renovar nuestra Iglesia y luchar con otros para transformar nuestra sociedad. Nos hacemos ‘rebaño del buen Pastor’.

Para no quedarnos en una dimensión individualista de ser, cada uno y cada una, profetas, sacerdotes y reyes, podemos descubrir, si hacemos parte de una grupo cristiano, que somos, colectivamente, una profecía, un sacerdocio y el reinado de Dios por la vida comunitaria y las obras y actividades que realizamos conjuntamente. Y en todo esto descubrimos que el sacerdote ordenado es uno más que tiene que aprender de profecía, de sacerdocio y de reinado. A veces, sus actividades propias lo encierran en el templo, en lo espiritual y lo individualista, y se aleja de la vida de su gente, de la fe viva que transforma la realidad, de la solidaridad, de la renovación de su propia Iglesia y de las necesarias luchas del Pueblo para cambiar una sociedad poco conforme al Reino de Dios. Por un lado va el sacerdocio ordenado del padrecito, y por otro el sacerdocio bautismal de sus feligreses. Hace falta unificar los dos: lo que nos va a unir es el mismo proyecto de Dios, o sea, conformarnos en Pueblo fraternal y creyente.

B. LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS

1.       Con Jesús, somos el nuevo Pueblo de Dios

        Como cristianos, formamos la Iglesia, o sea, el nuevo ‘Pueblo de Dios’. ¿Qué significa esto? El primer Pueblo de Dios, lo conformó Moisés. En él está la raíz de nuestra vocación comunitaria: Jesús vino a confirmarla con su vida, su palabra, su muerte y su resurrección. La misión de Moisés fue triple: sacar a sus compatriotas de la esclavitud de Egipto, sellar una alianza con el Dios que los había liberado por la mano del mismo Moisés y, par no recaer en la esclavitud, conformar una organización social igualitaria que impida la dominación de unos sobre otros. Jesús confirmó este proyecto de Moisés logrando:

-          una nueva liberación: Moisés no liberó de la esclavitud del pecado, Jesús sí;

-          una nueva y eterna alianza: la alianza de Moisés era imperfecta ya que no era, como Jesús, verdadera presencia de Dios;

-          un nuevo Pueblo de Dios: el proyecto de Moisés no tenía la capacidad de lograr la fraternidad perfecta de sus compatriotas, el proyecto de Jesús sí: nos hace hermanos y hermanas iguales por su muerte y resurrección. El pecado ha sido vencido en nosotros: el Reino de Dios ha comenzado.

El proyecto de Jesús es el Reino, o sea, la conformación del nuevo Pueblo de Dios. El bautismo nos hace entrar en él, pero si nuestro modo de vivir contradice este proyecto, nosotros mismos nos apartamos de él. Nos perdemos, no por no saber, sino por no querer: nos olvidamos, consciente o inconscientemente, de ser profetas, sacerdotes y reyes, personal y colectivamente. Quedamos fuera del plan y del Pueblo de Dios.

2.       Moisés había abierto camino al proyecto de Dios

        Antes de hablar de sacerdotes con la tribu de Leví, cuyo primer representante fue Aarón, Moisés habló de la dimensión sacerdotal de su Pueblo, en nombre la alianza que iban a contraer con Dios: ‘Ahora, pues, si ustedes me escuchan atentamente y respetan mi alianza, los tendré por mi Pueblo entre todos los Pueblos.... Los tendré a ustedes como mi Pueblo de sacerdotes y una nación que me es consagrada’ (Éxodo 19,5-6). Llama la atención este reconocimiento de Dios: el Pueblo de Moisés está para ser un Pueblo testigo del Proyecto de Dios. Y este proyecto de Dios no es palabras, sino la puesta en marcha de lo que él quiere. El Pueblo de Dios está llamado a ser la muestra real, en chiquito, de lo que quiere Dios: que toda la Humanidad sea su Pueblo, a la manera del Pueblo de Moisés. Jesús vendrá a confirmar, perfeccionar y llevar a la plenitud este proyecto de Dios.

3.       La Iglesia es la realización del proyecto de Dios

        Para que el proyecto de Dios, realizado en Jesús, no se pierda, el mismo Jesús confió a la Comunidad de sus seguidores, o sea, a la Iglesia, la misión de continuar su trabajo: el Reino. El Reino es el horizonte de la Humanidad. A esto estamos llamados todos y todas, y tenemos la misión de integrar a él cada vez más personas. La meta de la Iglesia es el Reino, ‘lo único absoluto’, dijo el Papa Pablo 6º. San Pedro, el primer Papa, resumió esto en su carta: ‘Ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un Pueblo que fuera suyo y proclamara sus maravillas. Ustedes estaban en las tinieblas y los llamó Dios a su luz admirable: ustedes, antes, no eran su Pueblo, pero ahora son Pueblo de Dios’ (1 Pedro 2,9-10).

C. EL SACERDOTE ES EL ANIMADOR Y CELEBRADOR DE LA FRATERNIDAD Y SOLIDARIDAD DEL PUEBLO DE DIOS

                Ahora sí, entendemos que todos estamos llamados no solo a formar parte del Pueblo de Dios, sino también de aumentarlo con más y más hermanos y hermanas, siendo profetas, sacerdotes y reyes. El sacerdote está ordenado a una misión propia dentro de este Pueblo sacerdotal: va a ser aquel que anima a sus hermanos y hermanas a no desmayar en la tarea del Reino. Debe ser la voz que recuerda siempre el proyecto de Dios a los bautizados. Los sacramentos son los signos de la presencia del Reino en medio de nosotros. La misa y la comunión son la actualización de la victoria de Jesús. El sacramento del perdón es la reintegración en la Comunidad de los que nos hemos apartado de construir el Reino: es el volver a formar el Pueblo de Dios en marcha y en lucha por el Reino. El sacerdote no es primero el hombre del culto ni de los sacramentos, sino el mentalizado del Reino cuya presencia se celebra en los sacramentos. Es aquel que ayuda a la Comunidad a ser una profecía viviente, a ofrecerse como Pueblo consagrado a Dios, a celebrar el Reinado de Dios en sus luchas y logros. Es el animador de la Comunidad para que viva la fraternidad hacia adentro y la solidaridad hacia afuera. Es aquel que ayuda a la constitución de un Pueblo fraternal, a hacer realidad el sueño de Dios: que toda la Humanidad sea el Pueblo de Dios. Comencemos en chiquito, en pequeños grupos y comunidades, y multipliquemos estos grupos, para que nazcan verdaderos cristianos y verdaderos sacerdotes.



 A N E X O S.



CONTENIDO (en un retiro para seminaristas).

1.        El sacerdocio bautismal

2.        El sacerdocio ministerial

3.        Oración para pedir sacerdotes



I. EL SACERDOCIO BAUTISMAL

Mensaje: Vamos a descubrir que:

-          Todo bautizado tiene una vocación, o sea, un llamado de Dios al servicio del Reino.

-          Somos un Pueblo sacerdotal, no sólo individual sino colectivamente.

A. Reunión. El SACERDOCIO BAUTISMAL: SOMOS UN PUEBLO SACERDOTAL.

Dialogo inicial: La triple vocación del bautizado.

  1. ¿Cuáles son los signos que acompañaron nuestro bautismo?
  2. ¿Qué sentido tiene cada uno de estos signos?

Palabras de nuestros obispos en Santo Domingo:

-          ‘El Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por fieles cristianos laicos. Ellos son llamados por Cristo como Iglesia a ejercer en el mundo, viña de Dios, una tarea indispensable. A ellos se dirige hoy la palabra del Señor: ´Vayan también ustedes a mi viña´ (Mateo 20,3-4 y Marcos 16,15). Como consecuencias del bautismo, los fieles son insertados en Cristo y son llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profético y real. Esta vocación deber ser fomentada por los pastores de las Iglesias particulares’ (94).

-          ‘Promover y fortalecer el laicado para ejercer en el mundo su triple función: la profética en el campo de la palabra, del pensamiento, su expresión y sus valores; la sacerdotal en le mundo de la celebración y del sacramento; la real en el universo de las estructuras sociales, políticas, económicas’ (254).

  1. De lo que dicen nuestros obispos, ¿qué es lo que más nos llama la atención?

Palabra de Dios. 1 Pedro 2,5-10 y Romanos 12,1-2: Somos una Comunidad sacerdotal.

  1. ¿Qué decía San Pedro sobre nosotros los bautizados?
  2. Para San Pablo, ¿en qué consiste ser una ofrenda agradable a Dios como Comunidad?

Hoy nosotros: Ser una profecía, un sacerdocio y el reinado de Dios.

  1. Expliquemos cómo somos profetas y profecía, sacerdote y sacerdocio, reyes-pastores y reinado y ofrenda agradable.
  2. Después de esta reflexión, ¿qué a actitudes nuevas y compromisos nos sentimos llamados como bautizados y bautizadas?

B. Comentario: LA VOCACIÓN EN GENERAL.

  1. La Vocación en nuestra vida

        Como seres humanos creados a ‘imagen y semejanza de Dios’, estamos llamados a ser: ‘con Dios: hijos, entre humanos: hermanos y con la naturaleza: compañeros de camino’. El fin que perseguimos es el Reino, que se construye en estos 3 espacios. Esto lo vamos a realizar de 4 maneras distintas, según nuestra inclinación y los llamados que hayamos sentido en nuestra existencia. Son el matrimonio, algún servicio como soltero o soltera, el sacerdocio y la vida religiosa. Cada una de estas 4 situaciones tiene sus particularidades. Lo importante es reconocer en ellas el llamado de Dios y cumplir con la misión que cada una conlleva.

  1. El ejemplo de Jesús.

        Al inicio de su ministerio de profeta del Reino, Jesús llamó y formó un grupo de discípulos y discípulas. Entre ellos escogió a sus apóstoles, o sea, un grupo más cercano que será encargado de continuar, en Comunidad, la tarea comenzada por Jesús. Ellos tenían la misión de dar a conocer la Buena Nueva del Reino, comunicando quién es Dios y cuál es su proyecto, y orientando nuestro comportamiento de los unos con los otros y con la naturaleza. La misión de Jesús fue de insertarse entre los pobres y desde allí anunciar y hacer presente el Reino de Dios. Se dirigió a todos, pero desde la realidad de los pobres y de la pobreza digna.

  1. La misión de evangelizar.

        Nuestra misión de evangelizar proviene de nuestro bautismo que nos identifica con Jesús. Desde allí estamos llamados a ‘hacer que todos los Pueblos sean sus discípulos’ (Mateo 28,19). Esto se realiza mediante 3 actividades principales:

-          La de profeta y profecía: tenemos que, en palabras y hechos, anunciar la Buena Nueva de Reino y denunciar lo que detienen y destruyen el crecimiento del Reino. Al realizar esta misión de una manera colectiva, somos una profecía.

-          La de sacerdotes y sacerdocio: todos estamos llamados a ser los representantes e intermediarios con Dios. Los padres de familia lo son para sus hijos, los coordinadores para sus grupos, los amigos entre sí: mediante la oración, la bendición, los consejos, el testimonio… Esto se cumple también en los actos de religiosidad popular.

-          La de rey - pastor y reinado: a la manera de Jesús, tenemos que ser reyes, en la cruz, o sea, pastores hasta el don de la vida. Aquí se trata de organizarnos conforme a los criterios del Reino. De esta manera, colectivamente, estamos formando el reino de Dios.



II. EL SACERDOCIO MINISTERIAL

Mensaje: El sacerdote ordenado es:

-          parte del Pueblo sacerdotal que se ofrece a Dios como una ofrenda agradable,

-          signo y garante de que Dios ha recibido esta ofrenda y responde bendiciéndolo y transformándolo en su presencia.

A. Reunión: EL SERVICIO DEL SACERDOTE ORDENADO.

Diálogo inicial: El sacerdote es nuestro garante delante de Dios.

  1. ¿Cuáles son los distintos signos de una ordenación sacerdotal?
  2. ¿Cuáles de estos signos ya se dieron en nuestro bautismo?
  3. ¿Cuáles son los signos propios al sacerdote ordenado y su significado?

Palabras de nuestros obispos en Santo Domingo:

-          El ministerio de los presbíteros es esencial para que la Iglesia responda al designo salvífico de Dios con el anuncio de la Palabra, con la celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. El ministerio ordenado es siempre un servicio a la humanidad en orden al Reino’ (67).

-          ‘Todos los ministros queremos conservar una presencia humilde y cercana en medio de nuestras Comunidades para que todos puedan sentir la misericordia de Dios. Queremos ser testigos solidarios de nuestros hermanos’ (75).

  1. ¿Qué recomendaciones nos hicieron nuestros obispos a los ministros ordenados?

Palabra de Dios. Romanos 15,15-17: Hacer de los Pueblos una ofrenda agradable a Dios.

  1. Para San Pablo, ¿en qué consistía el sacerdocio ordenado?
  2. ¿Cómo podemos unificarnos entre ministros del sacerdocio bautismal y del sacerdocio ordenado?

Hoy nosotros: Seglares y sacerdotes juntos al servicio del Reino.

  1. ¿Qué responsabilidades y ministerios pueden cumplir los seglares?
  2. A partir de estas reflexiones, ¿cómo ubicamos armoniosamente al sacerdote ordenado?

B. Comentario: LA MISIÓN DEL SACERDOTE ORDENADO.

                Después de que un ministro, mediante su ordenación, ha consagrado su vida al Reino, tiene frente a él todo un camino por delante. Su fuerza será su intimidad con Dios. Su testimonio será de esperanza para los que lo rodeen. Será levadura de comunidades en medio del Pueblo. Será señal de reconciliación. Revelará el absoluto de la solidaridad dentro de la dura realidad de la vida. Celebrará los pequeños logros como signo de la presencia del resucitado y crecimiento de Reino, anticipando el futuro que está viniendo.

                El ministro ordenado será un signo múltiple delante de la Comunidad: puente entre Dios y el Pueblo, testimonio de servicio desinteresado, fuerza que confía en el Reino, aliento para continuar el camino, luz y sabor para la vida. Su compromiso es eclesial y social:

-          Eclesial: por construir comunidades fraternales entre sí, solidarias con los pobres, orantes y celebrantes.

-          Social: por fomentar el compartir con miras a mayor igualdad, construir la paz por vivencia de la verdad y la justicia, alentar la solidaridad frente a los atropellos… siendo ‘como corderos en medio de lobos’ (Lucas 10,3).

Que el Dios de la Vida, Padre y Madre, nos guíe siempre por el camino de la fe y del amor.



III.  ORACIÓN  PARA  PEDIR  SACERDOTES

Bendito Jesús: la mies cada vez es más, pero los obreros pocos son ya.

La cizaña crece sin parar; hacen falta sembradores de la verdad.

Envíanos, Jesús, sacerdotes profetas que, con la denuncia y el anuncio del Evangelio,

Iluminen a los hombres que están en tinieblas, al camino que conduce al paraíso de Dios.

Danos, Jesús, sacerdotes santos que, con el testimonio de sus vidas,

Aprendamos todos a tratar de ayudar a nuestros hermanos que caídos están.

Levanta, Jesús, sacerdotes sabios que, en tu Iglesia apostólica y universal,

Nos descubran el auténtico misterio: Dios uno y trino en solidaridad.

Despierta, sacerdotes mártires, pues el egoísmo conduce a la perdición,

Y sólo en la entrega de la vida encuentro todo hombre la salvación.

Necesitamos, Jesús, sacerdotes servidores que, en la masa impotente de la humanidad

Torturada por la violencia, miseria y discriminación, introduzcan levadura de paz, justicia e igualdad.

Aspiramos, Jesús, a sacerdotes creyentes que, en esta sociedad de sectas y secularización,

Con María, nuestra madre de bondad, nos acerquen a ti, en la Eucaristía fraternal.

Queremos, Jesús, sacerdotes comprometidos, con la espiritualidad y la pastoral liberadoras,

Que estimulen a los cristianos al trabajo en la reforma de la individualista sociedad.

Te pedimos, Jesús, sacerdotes buenos que sepan perdonar al duro ofensor,

Para que en el mundo encadenado al rencor, penetre la semilla de la reconciliación.

Vengan a nosotros, Jesús, sacerdotes humildes que renuncien al poder, al prestigio y al tener,

Alienantes ídolos del sistema mundial de muerte, trayendo la conversión a tu Reino de Vida.

Aspiramos, Jesús, a sacerdotes fuertes frente a la tentación, al pecado y al dolor,

Para así potenciar nuestra humana debilidad enredada en vicios, pasiones y corrupciones.

Amado Cristo Jesús: manifiesta tu único sacerdocio mediador

Para que tus ministros sean imagen perfecta de tu voluntad soberana de redención,

En la Iglesia de los Pobres, sacramento de comunión.

Construye, sí, en el Pueblo de Dios, Comunidades de Base y Evangelización

Que sean en ti, camino, verdad y vida, para una humanidad que está medio perdida.

Pedro Serrano.