LA S V O C A C I O N E S : ¿ Cuál es
la mía ?
‘Una vida realizada es fruto de un lindo sueño de
juventud’ (Mons. H. Cámara).
‘Joven, perdiste el derecho a ser mediocre o tibio’.
‘No hay mas que un modo de ser felices: vivir por los
demás’ (L. Tolstoi).
CONTENIDO
Introducción
Presentación
1ª parte:
Guías para reuniones
1.
El matrimonio
2.
El servicio soltero
3.
La vida religiosa
4.
El sacerdocio
2ª parte:
Comentarios sobre cada vocación
Anexos
1.
El
sacerdocio bautismal
2.
El
sacerdocio ministerial
Salinas, julio de 2012. PR.
I N T R O D
U C C I Ó N.
Mensaje:
Descubrir para qué existimos, a qué servimos, donde tenemos que ubicarnos para
ser felices y útiles a los demás, a la sociedad, a la Iglesia, a Dios.
Símbolo de la flor
̵
Enseñar
una flor, una rosa por ejemplo.
̵
Preguntar:
¿Para qué sirve esta flor, esta rosa?
̵
Respuesta:
A ser bella, a alegrarnos con su belleza. Esa es su vocación.
COMENTARIO. Dibujo y
explicación: EL REDONDEL DE LA VIDA
CON 4 GRANDES AVENIDAS.
A. EL MATRIMONIO
-
Vivir
juntos para hacer avanza un proyecto de vida, amor, solidaridad y fe.
-
¿Cuándo
comienza el matrimonio? Comienza cuando empezamos la vida juntos como pareja.
-
Hacemos
la promesa, expresada o no: “Nos juntamos para juntos superar las dificultades
y celebrar las alegrías”.
-
El
matrimonio cristiano: Efesios 5,31-33. Juan 2,1-11: La bodas de Caná. Signo,
símbolo y sacramento.
Marcos 10,1-12: ‘Lo que Dios unió, no lo
separe el hombre’. Tobías 8,4-8:
Oración de los esposos.
B. EL SERVICIO SOLTERO POR UNA CAUSA
HUMANITARIA
-
Es la
entrega feliz por los demás, en definitiva por el Reino de Dios.
-
El
Reino es nuevas relaciones consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y
con Dios, mediante estructuras-instituciones que confirmas esta nuevas
relaciones.
-
Es el
caso de los Misioneros y misioneras seglares de manera permanentes.
Mateo 19,11.12: ‘Mejor no casarse’…
C. LA VIDA RELIGIOSA
-
Es
organizarse juntos o juntas para servir mejor a los necesitados en nombre de
Jesús. Este servicio consiste en que los necesitados enfrenten y superen
organizadamente sus necesidades.
-
El
sentido de los 3 votos: la obediencia es obediencia a un proyecto al servicio
del Reino, la castidad es exigencia de transparencia en las relaciones humanas,
la pobreza es opción por una pobreza digna y por identificarse con las causas
de los pobres y de sus luchas.
Hechos 2,42-47: La primera comunidad
cristiana.
D. EL SACERDOCIO
̵
El
primer sacerdocio, el sacerdocio mayor es el de los bautizados: ser juntos
profetas (palabra), sacerdotes (fe) y reyes-pastores (organización) en el
seguimiento de Jesús.
̵
El
sacerdote ordenado es aquel que anima a los cristianos a constituirse como Comunidad
para construir y celebrar la fraternidad, como verdadero culto a Dios.
Apocalipsis 21,1-5: ‘Vi la ciudad santa’.
1ª parte :
GUÍAS PARA EL
DIALOGO.
GUÍA 1 :
EL MATRIMONIO
Mensaje: Juntos para un proyecto de amor, vida,
solidaridad y fe.
Diálogo
- ¿Cuándo podemos decir que un
matrimonio funciona bien?
Palabras de Dios a leer: Marcos 10,1-12 y Efesios 5,28-33.
- ¿Qué dijeron sobre el matrimonio
primero Jesús y luego San Pablo?
3. ¿Qué
aplicación a nosotros y nosotras hacemos de estas 2 lecturas?
4. A partir
de todo lo conversado, ¿qué condiciones personales y materiales se necesita
para lograr un matrimonio feliz?
GUÍA 2 :
EL SERVICIO SOLTERO
Mensaje: Entrega alegre por el Reino de Dios.
Diálogo
- ¿Qué personas solteras conocemos que
viven felices? ¿Por qué razones viven felices?
Palabra de Dios a leer: Mateo 19,10-12.
2. ¿Qué dijo
Jesús de las personas que no se casan?
3. ¿Cómo
aplicamos esta lectura a la realidad de hoy?
4. ¿Qué
condiciones personales y materiales se necesita para lograr una vida soltera
feliz?
GUÍA 3 :
LA VIDA RELIGIOSA
Mensaje: Juntas (o juntos) para servir mejor a los
necesitados en nombre de Jesús.
Diálogo
- ¿Qué testimonio dan las religiosas que
conocemos? Resumamos lo que
acabamos de decir en 3 puntos principales.
Palabras de Dios a leer: Hechos 2,42-47 y 4,32-37.
3
Según
estas 2 lecturas, ¿cómo vivían los primeros cristianos?
4. ¿De qué
maneras se inspiran de esta lectura las religiosas (y los religiosos) de hoy?
5. ¿Qué
condiciones personales y materiales se necesita para lograr una vida religiosa
feliz?
GUÍA 4 :
EL SACERDOCIO
Mensaje: Sacerdote para animar la Comunidad a
construir y celebrar la fraternidad.
Diálogo
- ¿Cuáles son las actividades propias
del sacerdote?
- ¿A qué objetivo apuntan todas estas
actividades del sacerdote?
Palabra de Dios a leer: Apocalipsis 21,1-5.
- ¿Cuáles son las características del
Pueblo que sueña Dios para la Humanidad?
- ¿Quiénes tienen más responsabilidades
en hacer hoy realidad este Pueblo que sueña Dios?
- ¿Qué papel tiene el sacerdote en la
conformación de este Pueblo nuevo?
- ¿Qué condiciones personales y
materiales se necesita para lograr una vida sacerdotal feliz?
2ª
parte : COMENTARIOS SOBRE
LAS VOCACIONES.
INTRODUCCIÓN
La vocación de todo ser humano
es llegar a conformarse como Pueblo de Dios. El individualismo, o sea, ser
solo: sin Dios y sin los demás, es el primer y mayor pecado. Escuchemos lo que
dice San Pedro, el primer Papa: ‘Ustedes, al contrario, son una raza elegida,
un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un Pueblo que Dios eligió para
que fuera suyo y proclamara sus maravillas. Ustedes estaban en las tinieblas y
los llamó Dios a su luz admirable. Ustedes antes no eran su Pueblo, pero ahora
son Pueblo de Dios; ustedes no habían alcanzado su misericordia, más ahora han
conocido su misericordia’ (1 Pedro 2,9-10).
Luego, en este Pueblo de Dios
hay varios servicios, carismas, ministerios, según los talentos de cada uno y
cada una, para responder a las necesidades de los demás. Cada uno y cada una de
nosotros y nosotras tenemos una vocación, nuestra vacación personal, la que nos
permitirá ser felices. La vocación es el camino de servicio que Dios y los
demás esperan de nosotros.
Vamos a presentar aquí los 4
principales caminos que se presentan a cada ser humano, especialmente cuando se
es joven: el matrimonio que es el más común, el servicio soltero a lo largo de
toda una vida, la vida religiosa que se llama también ‘consagrada’ (para
mujeres y para varones) y el sacerdocio u orden sacerdotal.
I. EL
MATRIMONIO : UN CAMINO LINDO
PERO PEDREGOSO
‘La amistad hace vivir el
corazón’. Sí, la amistad hace vivir nuestro corazón: al no dar amistad, nuestro
corazón se secaría. Al no recibir amistad, nuestro corazón se quedaría triste.
La amistad es el camino hacia el amor y su compañera de camino… El amor está
hecho de amistad fiel, sencilla y alegre. La Biblia tiene una linda página
sobre la amistad, en Sirácides 5,6-17: ‘El amigo fiel es un refugio seguro: quien
lo encontró, ha hallado un tesoro. ¿Qué pagarías por tener un amigo fiel?’.
Veamos ahora, un poco más
detenidamente el tema del amor, del matrimonio y de la vida sexual, afín de
encontrar un camino que nos haga feliz, muy felices. He aquí unas reflexiones.
A. EL SEXO NO ES EL AMOR
El sexo nos invade por todas
partes: su presentación y práctica públicas casi no tienen límite. Todo estaría
permitido y bueno. Ayudémonos a encontrar un camino de discernimiento, vida y
dignidad. Al crearnos Dios ha dado un lugar especial a la sexualidad: ‘No está
bueno que el ser humano viva solo’ (Génesis 2,18). Y al finalizar la creación
de la primera pareja, dijo Dios: ‘Y vio Dios que todo cuanto había hecho era
muy bueno. Y atardeció y amaneció el sexto día’ (Génesis 1,31). Si la
sexualidad hace parte del plan de Dios, ahí vamos a encontrar unas pistas para
entenderla y vivirla mejor.
Digamos primero que ‘el sexo no
es el amor’. Las dificultades provienen muchas veces del hecho de realizar el
uno sin el otro. Y la experiencia hacer ver que no es bueno separarlos: se
necesitan, están para convivir juntos, igual que el cuerpo no puede vivir sin
el espíritu; sino, sería la muerte, la destrucción de las personas y del mismo
plan de Dios. La vida sexual y el amor tienen su espacio natural, que es el
matrimonio. Este es la unión del amor duradero con la vida sexual: los dos se
complementan y se necesitan mutuamente.
La relación sexual es una
relación exclusiva, o sea, que no está para compartirla con varias parejas sino
una sola. Por eso dice San Pablo: ‘¡Cuidado con las relaciones fuera del
matrimonio! Que cada uno, pues, tenga su esposa y cada mujer su marido’ (1
Corintios 7,2). La relación sexual hace parte de 3 realidades que una pareja
debe compartir lo más posible siempre juntos para que el demonio no encuentre
lugar para poner la cizaña. Se trata de 3 palabras comenzando por la letra ’C’:
la Casa, la Comida y la Cama. ¡Buena sabiduría popular!
B. EL SIGNO PROPIO DEL MATRIMONIO ES LA RELACIÓN
SEXUAL
Como seres humanos, somos seres de
relación. Y cada relación tiene su expresión propia: el saludo entre vecinos,
el apretón de mano entre conocidos, el abrazo entre amigos, el beso entre
novios, y la relación sexual entre pareja estable, o sea, la entrega más total.
Si cambiamos los signos de tales relaciones, destruimos la comunicación y el
respeto mutuo. Un matrimonio sin relación sexual es incompleto e inválido. El
matrimonio comienza con la vida juntos: en ella la relación sexual crea un
vínculo que no se puede romper. Cada uno, con el signo de esta relación, ha
adquirido un derecho sobre el otro. Así lo expresó también San Pablo: ‘Ya la
esposa no dispone de su propio cuerpo, el marido dispone de él. Del mismo modo,
el marido no dispone de su propio cuerpo, la esposa dispone de el’ (1 Corintios
7,4).
Para que la relación sexual
aporte el gozo verdadero y permanente, su
mejor espacio es el matrimonio. Este es su mejor garantía, por que aporta 4
dimensiones necesarias a la realización de relaciones sexuales satisfactorias.
El matrimonio aporta la duración: una relación sexual
pasajera deja insatisfecho, porque uno, generalmente la mujer, se siente
utilizado y abusado. El matrimonio comporta la fidelidad: una relación
sexual exige la exclusividad, o sea, solo con su pareja, para que los dos se
sientan seguros el uno del otro. El matrimonio supone la entrega total y
voluntaria: si la relación sexual es obligada, estamos cerca de la violación y
de la ruptura. En fin el matrimonio es comunión de los cuerpos y de las
almas: la relación sexual no es egoísta ni individualista; es comunión que
busca el gozo mutuo. Cada uno busca la felicidad del otro.
Dios asignó al matrimonio una
triple realización: ‘El ser humano dejará
a su padre y a su madre para unirse
con su pareja y los dos serán un solo
ser’ (Génesis 2,24). Como se ve, el matrimonio es todo un proyecto. Primero
‘quien se casa, busca su casa’: el verbo ‘casarse’ viene de ‘casa’, que es la
propia y no la de los padres. Luego, está la unión sexual como signo natural y,
en fin, la unidad de la pareja. El matrimonio es toda una exigencia: un camino…
que necesita una buena preparación ¡No se improvisa!
C. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
El sacramento del matrimonio no
está en la bendición del sacerdote, sino en la decisión de la pareja de vivir
juntos. La bendición es solamente un signo de lo que representa cristianamente
el matrimonio: es celebración de la presencia de Dios en el matrimonio. Por
esto se llama ‘sacramento’, o sea, que el matrimonio es ‘reflejo del amor de Dios’. Esta presencia de Dios se manifiesta a
lo menos de 3 maneras en la vida de la pareja: por su amor mutuo, por las
relaciones sexuales y por la fe de los dos.
-
Dios
está presente en el amor de los novios y
esposos, por él mismo está al origen de todo amor (Génesis 1,26: ‘Hagamos
al ser humano a nuestra imagen y semejanza’).
-
Está
presente en la relación sexual
porque ésta, al transmitir la vida, la tiene de Dios. Por esto, se puede decir
que la relación sexual es algo ‘sagrado’, porque contiene el poder divino ser
como Dios, ‘creadora’ de vida, que es propiedad de Dios.
-
Dios
está presente en el matrimonio por
los 3 significados que él mismo les ha dado: el matrimonio representa la unión
de la pareja, el pacto de Dios con la Humanidad y la alianza de Cristo con la
Iglesia (Efesios 5,32).
Encontramos en el libro de Tobías una linda oración
que resume este plan de Dios sobre el matrimonio. Está hecha por una pareja,
Tobías y Sara, antes de pasar su primera noche de boda (8,4-8). ¡Qué bonito
fuera que muchas parejas la rezaran juntos!
D. CONCLUSIÓN: Sexo, amor y proyecto de vida
El matrimonio es una de las más
bella empresas humanas que exige preparación y responsabilidad: no dejemos
perder por gusto esta belleza y el gozo que nos espera, con la ayuda de Dios y
de todos nosotros y nosotras. Resumiendo podemos decir:
-
El sexo no es el amor, sino su celebración. El sexo sin amor termina en frustración.
-
El amor sin un proyecto de vida es sólo
ilusión. No es suficiente
para asentar la vida de una pareja; no es la base del matrimonio o la vida
conyugal estable.
-
El matrimonio es un proyecto de vida
decidido en común. La
pareja debe decirse: ¿Qué vamos a vivir? ¿Qué queremos vivir? ¿Cómo lo vamos a
llevar adelante, entre dulzuras y amarguras? Sino, se está construyendo su
propio fracaso.
A nosotros de discernir en qué paso estamos y
decidirnos cuando nuestro proyecto de vida se concreta en el matrimonio. El
resto es engaño: engaño de la otra persona y engaño de nosotros mismos.
II. EL
SERVICIO SOLTERO COMO
COMPROMISO MADURO Y
PERMANENTE
La preocupación de dedicar su
vida a un fuerte servicio de los demás, que Jesús llamó ‘del Reino’, puede
conducir a vivir este servicio como soltero de una manera permanente y sentirse
plenamente feliz y realizado con éste.
A. EJEMPLOS DE PERSONAS FELIZ POR SU SERVICIO SOLTERO
PERMANENTE
La realidad de la vida nos hace
ver que muchas mujeres y un cierto número de varones viven solteras y solteros.
Se dice que, en nuestro país, sobre 3 matrimonios, 2 fracasan, y que de las 2
mujeres separadas o abandonadas una se queda sin volver a formar un hogar.
Conclusión: una mujer sobre 3 pasa su vida sola con sus hijos, lo que es un
número bastante alto. La situación de los varones es distinta: pocos viven
solos. Una de las razones es que no se han acostumbrado a desenvolverse sin la
ayuda de una mujer. No han aprendido y no se les ha enseñado, por ejemplo, a
cocinar, asear la casa, lavar su ropa, atender a los niños chiquitos… Esto es
un signo de machismo, o sea, de maltrato a la mujer, considerada como al
servicio del varón: hace lo que el varón no quiere hacer y lo sirve en lo que
necesita. Es signo también de desigualdad. Debe ser esto una razón de muchos
fracasos matrimoniales.
Además. Conocemos seguramente en
nuestro alrededor a varias mujeres, y también varones, que no se casaron y que
viven una vida feliz. Unos no pudieron casarse por varias razones; otros
eligieron seguir sin pareja. Las vemos y los vemos felices y muy activas y
activos tanto en su profesión como en los diversos servicios que prestan a su
alrededor. La característica de su vida es el servicio, casi a tiempo completo,
y muchas veces un servicio cristiano. Esto nos hace ver que, al no entrar en la
vida matrimonial, es preciso, para ser felices, una vida entregada al servicio:
el amor que, en el matrimonio, se vuelca hacia la pareja y los hijos, necesita,
en la vida soltera, encontrar la manera de comunicarse y manifestarse de una
manera muy activa. Ahí está el secreto de la vida soltera feliz.
Un ejemplo, entre otros, de vida
soltera feliz es la de Rigoberta Menchú. Es una mujer indígena guatemalteca
conocida por el servicio a los hermanos y hermanas de su raza maya. En 1992
recibió el Premio Nobel de la Paz por la defensa y el protagonismo que supo
demostrar en este sentido. Luego, fue nombrada ‘embajadora de la Naciones
Unidas’ para la promoción internacional del ‘Decenio de los Pueblos Indígenas’
(1992-2002). El año pasado, estuvo presente en Riobamba para la celebración del
10° aniversario de la muerte y resurrección de Monseñor Proaño. Su vida de
soltera es seguramente ejemplar.
B. EL SERVICIO SOLTERO COMO SERVICIO DEL REINO AL
EJEMPLO DE JESÚS
Jesús hizo un día un comentario
sobre la vida soltera (Mateo 19,1-12). Había respondido a unos fariseos que le
preguntaban si ‘estaba permitido despedir a su esposa por cualquier motivo’.
Frente a la respuesta radical de Jesús: la separación contradice el plan de
Dios, hasta los apóstoles se quedaron sorprendidos. Completando su explicación,
Jesús dijo entonces (v. 12): ‘Hay hombres que nacen incapacitados para casarse.
Hay otros que fueron mutilados por los hombres. Hay otros que, por amor al
Reino de los cielos, han descartado la posibilidad de casarse. ¡Entienda el que
pueda!’. Aquí, Jesús nos habla de 3 categorías de personas que no prueban del
matrimonio:
-
Unos
que tienen una malformación física que les impide realizar el signo del
matrimonio que es la relación sexual.
-
Otros
que han sido ‘mutilados’ y tampoco pueden tener relación sexual: era el caso de
los eunucos, o sea, de los varones castrados o mutilados en sus órganos
sexuales, por dedicarse al cuidado de las mujeres de los jefes de ciertas
naciones.
-
‘Otros
que, por amor al Reino, han descartado la posibilidad de casarse’. En este
caso, se elige no casarse por el servicio del Reino. Seguramente, Jesús pensaba
en el mismo, y en todos y todas los y las que iban a seguir su ejemplo, sea en
la vida religiosa y sacerdotal, sea en la vida seglar. Esto es el caso de los
bautizados y las bautizadas que eligen no casarse o que aceptan seguir de
solteros y solteras, por cumplir un servicio a los demás que es, en definitiva,
el servicio del Reino.
C. UN SERVICIO QUE RESPONDAS A CIERTAS CONDICIONES
PARA LOGRAR LA FELICIDAD
¿Cuáles son estos servicios que
llenan y hacen felices una vida soltera? De alguna manera son servicios que
responden a las necesidades fundamentales de la persona y de la sociedad, tal
como los servicios de salud, educación, defensa de la vida y de la naturaleza,
promoción humana, organización comunitaria, derechos humanos, evangelización… En
este último caso, entraría el servicio misionero seglar, que comienza a existir
de una manera permanente. Aquí valen los consejos de Pablo a Timoteo: ‘No dejes
que te critiquen por actuar como un joven. Más bien trata de ser el modelo de
los creyentes.... No descuides el don espiritual que posees… (1 Timoteo
4,12-14). Se trata de una vocación que uno descubre en el secreto de su
corazón, en la práctica del servicio, en el llamado de tantos necesitados que
cruzan nuestro camino, en el discernimiento con otros…
Saquemos algunas conclusiones de todo esto:
-
El
servicio soltero permanente es una realidad en muchas personas entregadas a los
demás.
-
Uno se
entrega a este servicio por decisión madura. No se trata de buscar comodidades
o tranquilidad: seria engañarse. Tampoco una se mete ahí por desquitarse de una
decepción amorosa, o porque tiene un cierto miedo al matrimonio o a la
responsabilidad de educar hijos: sería ir a un fracaso seguro.
-
Es de
notar que se trata de un servicio a largo plazo: una cosa es prestar un
servicio durante unos pocos años, y otra lanzarse en una tarea de toda la vida.
En esto, hay que pensar de qué maneras se va a desenvolver uno pasando los 50
años, con posibles enfermedades y con menos capacidad para cumplir con la
responsabilidad asumida.
-
Puede
ser que uno, en un primer tiempo, no haya pensado en un servicio soltero
permanente. Pero, las circunstancias de la vida lo llevaron por ahí: ha
comenzado a servir y le gusta, o fracasó su matrimonio y entró a servir de un
modo muy entregado. En este caso se asume una nueva situación y se enfrenta
positivamente con el futuro que va abriendo.
-
La
motivación cristiana ayuda a clarificar el compromiso. El servicio a que se
compromete no tiene solo una dimensión personal en que uno se realiza, o humanitaria
que beneficia a los demás, es sobre todo una manera de servir el Reino de Dios
e identificarse con Jesús. Se responde un llamado del Señor y de él se ha de
recibir muchas ayudas y satisfacciones, en medio de muchas dificultades y
caídas.
Así que: ¡a pensarlo bien!
III.
LA VIDA RELIGIOSA COMO PRÁCTICA DE LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS
Hablar de la vida religiosa es relacionarse
directamente al llamado de Jesús a seguirlo de una manera más radical. Se trata
aquí de seguir sus orientaciones, o sea, los consejos evangélicos. Esto se
manifiesta por la práctica personal de los votos juntos a otros compañeros o
compañeras que han hecho la misma opción.
Es cierto que hablar de los
‘votos religiosos’ hoy puede aparecer como tema bastante fuera de lugar. En un
tiempo donde se promueve casi exclusivamente la libertad individual, hablar de
obediencia parece mensaje que llegara de otro planeta. En un momento donde se
promueve el derecho al placer sin límite, hablar de castidad suena como fuera
de lugar. En un ambiente de derroche, de corrupción y de acumulación de
riquezas jamás visto, elegir la pobreza y hacer suya lo opción por los pobres
pueden dar a pensar en locura. El ‘espíritu del mundo’ está bastante lejos de
espíritu del Evangelio. Vamos a tratar de descubrir el sentido profundo de los
votos, su mensaje positivo y humanizador, y su necesidad para testimoniar de la
Buena Nueva que nos trae hoy Jesucristo.
A. SENTIDO GENERAL DE LOS VOTOS
Una palabra del Papa Pablo 6º,
en su carta encíclica ‘acerca de la Evangelización del mundo contemporáneo’ del
año 1975, confirmó nuestra opción: ‘Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia
ante todo un Reino, el Reino de Dios, tan importante que, en relación a él,
todo se convierte en ‘lo demás’, que es dado por añadidura. Solamente el Reino
después absoluto y todo el resto es relativo’ (8). Para nosotros los cristianos,
nuestra referencia es el Reino para ayudar a cada uno y cada una de nosotros y
a toda la gente a evaluar sus propias acciones y tomar decisiones. En lo que
vemos y hacemos, ¿qué es lo que construye el Reino y que es lo que lo destruye?
Me parece que debemos situar
también los votos a este nivel, como signos, presencia y anticipación del
Reino. Dejar de limitarnos a su aspecto negativa de renuncia a la libertad, al
placer y al dinero. Los votos son el centro del Evangelio y el resumen de la
Bienaventuranzas. Contestan las bases deshumanizante de nuestro sistema social,
son el camino que siguió Jesús para enfrentar las tentaciones del diablo y,
podríamos decir también que son las bases alternativas del verdadero modo de
vivir en sociedad a partir de una opción de vida personal y comunitaria. El
voto de obediencia nos une al servicio de un proyecto común y organiza
respetuosamente la convivencia comunitaria; debe ser entonces un ejemplo de
convivir en sociedad: no estamos muy lejos de la ‘política’ en sentido de
organización armoniosa del convivir ciudadano. El voto de castidad apunta hacia
la verdad de las relaciones humanas y el respeto mutuo; entonces tiene que ver
con todas las formas de expresión y comunicación, o sea, nuestras ideas y
proyectos y por lo mismo con las ideologías. El voto de pobreza nos orienta
hacia el compartir y la solidaridad; entonces tiene que ver con todo lo que
toca lo económico y la economía, como atención y promoción de los más
necesitados.
Así, hay que dejar de pensar también que los votos
están solamente para los religiosos y religiosas y los sacerdotes. Están para
todo los bautizados que desean tomar en serio el seguimiento de Jesucristo.
Miremos más detenidamente a cada uno de estos 3 votos.
B. EL VOTO DE OBEDIENCIA COMO SERVICIO DE UN PROYECTO
COMÚN
Una vez preguntaba a personas
adultas cómo se podría definir el matrimonio. Una mujer me contestó:
‘Padrecito, creo que el matrimonio consiste principalmente en obedecerse el uno
al otro’. Me quedé algo sorprendido, pero muy satisfecho de la respuesta: la
obediencia pasaba a ser una actitud sumamente positiva de respeto, de ayuda, de
igualdad, de comprensión, de respeto y de dignidad. Miremos también como toda
organización social, cultural o deportiva tiene sus leyes y reglamentos: si son
desobedecimos, nos hay más organización ni éxito.
La obediencia en una
Congregación, me parece, no es una actitud servil, sumisa y ciega: no está para
suprimir la personalidad ni peor humillar y destruir a las personas: esto sería
antievangélico y pecaminoso. La obediencia parte del desarrollo personal que se
armoniza en un proyecto más amplio, o sea, mediante el carisma de las y los
fundadores. Con la obediencia, nos unimos al servicio de un proyecto común que
da sentido y felicidad a nuestro ser personal porque construye la vida y la
fraternidad, primero de la comunidad que conformamos. Las relaciones de
obediencia deben ser relaciones de respeto, de diálogo, hasta de ternura que
ayuden a crecer personalmente y en entrega cada vez más total, generosa y
alegre. Conflictos, ha de haber porque somos humanos, pero la obediencia no
justifica la prepotencia, el desprecio, los castigos humillantes, el maltrato
en público, el desprecio,… al ejemplo de Jesús que nos exige vivir la autoridad
como la mayor forma de atención, de compasión, de perdón, de consideración, en
especial al más débil y pecador.
Jesús nos dio el mejor ejemplo
de obediencia a través del servicio:
-
Hebreos
10,5-10: ‘Tu, no quisiste sacrificios ni ofrendas… Aquí estoy para cumplir tu
voluntad’.
-
Lucas
22,27: ‘Yo estoy entre Ustedes como aquel que sirve’.
-
Juan
13,12-17: ‘Si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
Uds. deben lavarse los pies unos a otros… ¡Felices si ponen estas cosas en
práctica!’.
C. EL VOTO DE CASTIDAD COMO TRANSPARENCIA DE NUESTRAS
RELACIONES
La castidad no es primero un
proyecto negativo de abstenerse de relaciones sexuales, de contraer matrimonio
o de gozar con su cuerpo, como si todo esto fuera malo. La castidad es un modo
digno de tratar nuestro cuerpo y una manera digna de comunicarse con los demás.
Todos debemos ser castos respeto a nosotros mismos y a los demás: se trata de
una calidad de relación hecha de verdad, de sencillez y de transparencia. Si
queremos ser un testimonio para los demás, hay que comenzar por sí mismo y por
nuestras relaciones entre nosotros y nosotras. Para llegar a esto, hay que
entender positivamente el sentido del cuerpo y de la sexualidad. Cuando se
habla de ser transparente, hay pensar en el agua: el agua es transparente
cuando es pura y limpia. Igual para nosotros, somos transparentes cuando somos
puros y limpios de corazón, de mirada y de gestos y acciones. La castidad es
esta clase de pureza y transparencia.
1.
Sentido positivo del cuerpo
Somos
personas de relación. No podemos vivir mucho tiempo aislados y aisladas.
Necesitamos encontrarnos y comunicarnos. Estas comunicaciones se realizan
mediante nuestro cuerpo, por palabras, miradas, gestos, actitudes, expresión
corporal, danza… Nuestro cuerpo es nuestro medio de comunicación hacia los
demás y de los demás hacia nosotros. Además cada comunicación tiene sus modales
propios. Ejemplos:
-
cuando
encuentro una persona en la calle la saludo con un ‘Buenos días’;
-
si
está persona es más conocida, nos damos un apretón de mano;
-
si se
trata de un amigo o una amiga que encuentro a los tiempos, nos abrazamos
calurosamente;
-
los
hijos besan a su padres, otra manera de relacionarse; el beso amoroso es de los
novios y la relación conyugal más íntima es la relación sexual de la pareja.
Cada relación tiene su expresión propia; si
permutamos esas expresiones, algo anda mal y se trastorna la relación: o somos
enfermos o queremos usar al otro o a la otra para nuestro solo gusto personal.
Pues, dominamos, atropellamos, violamos, faltamos al respeto, a la intimidad, a
la comunión, a la verdad, a la transparencia y a otros tantos nombres de la
castidad.
2.
La dimensión sagrada de la sexualidad
Los
libros del Génesis y del ‘Cantar de los cantares’ nos ayudan a entender el
sentido de la vida sexual. Somos imagen de Dios cuando, como Dios, somos
creadores de cosas nuevas y también creadores de vida: ¿quiénes más que
nuestros padres son creadores de vida, a imagen y semejanza de Dios? ¿De qué
manera? Mediante la relación sexual. Por eso hay que decir que es un acto
sagrado, porque, a través de ella, Dios se transmite y transmite la vida y el
amor. En la relación sexual, ‘tocamos a Dios’ por medio del misterio de la
vida, del amor y de la creación.
A partir de esta visión sana y
sagrada de la sexualidad, tengamos un corazón y unas actitudes sanas, puras,
castas. Y ayudemos a otros a repensar su vida sexual y matrimonial, con la
libertad de palabra que iremos adquiriendo, reorientar la vida de pareja.
Ayudemos a los jóvenes, especialmente a las jóvenes a adquirir una triple
madurez:
-
madurez
física: el cuerpo se respeta, se cuida; es nuestro más cercano aliado. No se
puede estar embarazada muy joven, el cuerpo nos está todavía maduro para esto;
lo mismo el joven, se puede casar solo cuando está en capacidad de mantener una
familia.
-
madurez
emocional: el amor no es solo sentimientos; los sentimientos engañan. La ilusión
no es el enamoramiento: este es sentir y decidir que el amor es para siempre y
que la relación sexual es el mayor compromiso de uno con su pareja y una
responsabilidad con la vida que puede nacer. Saber de las leyes civiles sobre
el matrimonio.
-
madurez
cristiana: conocer cual es el plan de Dios sobre el matrimonio (Tobías 8,4-8),
ya que quiso comenzar la creación de la Humanidad con una pareja (Marcos
10,1-12). El matrimonio es el símbolo de una triple alianza: la de la pareja;
en el Antiguo Testamento, la de la alianza de Dios con su Pueblo; y después de
Jesús, la de Cristo con la Iglesia (Efesios 5,28-33).
Para nosotros, la Palabra de Dios que justifica
nuestro celibato y castidad es la de Jesús, cuando dijo: ‘Hay otros que por
amor al Reino han descartado la posibilidad de casarse’ (Mateo 19,12). Nuestra
motivación definitiva es el Reino. Por esto, nuestro testimonio apunta hacia la
dignidad del cuerpo, la belleza del matrimonio, la grandeza de la relación
sexual, la comunión del alma por el camino de la comunión de los cuerpos, el
encuentro y la identificación con Dios.
D. EL VOTO DE POBREZA Y LA OPCIÓN POR LOS POBRES
Dicen nuestro obispos cuando se
reunieron en Puebla (1979): ‘De este modo, este testimonio de pobreza y
desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la obediencia,
puede ser a la vez que una interpelación al mundo y a la Iglesia misma, una
predicación elocuente, capaz incluso de tocar los no cristianos de buena
voluntad, sensibles a ciertos valores’ (750). Como se lo confirma aquí, los
votos son muy importantes y necesarios tanto para la Iglesia como para la
sociedad.
En cuanto al vota de pobreza, el
Señor nos invita a dar un doble paso, relacionado con lo que acabamos de decir:
pasar de lo mío a lo nuestro, y pasar de los nuestro a lo del Reino. En
definitiva, el voto de pobreza no es mas que lo que llamamos actualmente ‘lo
opción por los pobres’. Expliquemos en qué consiste: la opción por los pobres
es opción por la pobreza digna, opción contra la miseria y opción por la causa
de los pobres. Veamos cómo.
1.
Diferenciemos los 3 niveles de pobreza
Comencemos
entiendo el sentido de las palabras sin confundir las cosas y las gentes,
especialmente con esta expresión: ‘de todos modos, hay pobres ricos y ricos
pobres’, siendo esto una manera de eludir el problema, evitar de cuestionarnos
y justificar nuestros privilegios. Es pobre aquel que vive una doble
experiencia: positivamente si comparte, y negativamente si no explota a nadie.
Tenemos así que examinarnos todos y todos y ayudar a otros a examinarse en este
doble sentido de la pobreza y de la riqueza: es rico, entonces condenado por
Jesús, aquel que no comparte y que explota a los demás, porque acumula a costa
de los demás. ‘¡Pobres de Uds. los ricos, porque Uds. tienen ya su consuelo!
(Lucas 6,24). ‘Es más fácil para un camello entrar por el ojo de la aguja, que
para un rico entrar en el Reino de Dios’ (Marcos 10,25). Busquemos ahora clarificar los términos
sobre la pobreza:
-
La
pobreza como miseria. Es
la situación de todos los que sobreviven en la miseria y no tienen las mínimas
condiciones para vivir dignamente: les falta el trabajo fijo y digno, la casa
propia, la comida suficiente, la educación, la salud,…. No sólo son pobres, son
empobrecidos: ‘comprobamos como el más devastador y humillante flagelo la
situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos…’
(Puebla 29). ‘Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta
pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras
económicas, sociales y políticas,… que producen a nivel internacional ricos
cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres’ (Puebla 30). Esta
miseria es el resultado de la acumulación individual y colectiva de bienes y
riquezas producidas generalmente por estos mismos pobres o sacados de estos
países pobres mediante el comercio internacional injusto y la deuda externa.
-
La
pobreza digna. Se
trata de la situación de la gente que, sin ser acomodada, posee lo necesario
para vivir decentemente. Tiene más o menos asegurados sus derechos básicos.
Esta clase de pobreza apunta hacia la igualdad y fraternidad, según el mensaje
del ‘maná’: ‘Ni lo que recogieron mucho tenían más, ni los que recogieron poco
tenían menos. Cada cual tenía lo necesario para su consumo’ (Éxodo 16,17). Esta
clase de pobreza pedimos en el Padrenuestro: el pan de cada día para todos. Y
nos comprometemos a hacerlo realidad: que a nadie le sobre para que a nadie le
falte, ya que lo que nos sobra pertenece a aquel que lo necesita. De estos
pobres dignos, dijo Jesús: ‘¡Felices los pobres, porque de ellos es el Reino de
Dios!’ (Lucas 6,20). En este sentido, es pobre aquel que comparte y no explota.
-
La
pobreza espiritual u Opción por los pobres. Son los que pudiendo ser ricos, o sea, acumular y
explotar, deciden no hacerlo por solidaridad con los pobres, por el seguimiento
de Jesús y por luchar contra la miseria: ahí se trata de una decisión y de una
realidad, y no una ilusión que se quedara en mera buena voluntad. Buscamos
identificarnos con los pobres, haciéndonos con ellos pobres materialmente y
necesitados de la ayuda de ellos para seguir fieles a Jesucristo. No se trata
de ser espiritualmente pobres; mas bien esta clase de pobres es rica de
espiritualidad. De ellos Jesús dijo también que eran bienaventurados: ‘¡Felices
los que tienen el espíritu de los pobres, porque de ellos es el Reino de los
cielos!’ (Mateo 5,3). Para lograr ser pobres de espíritu, hay que ser también
pobres materialmente y dignamente.
Analicemos personalmente en que categoría de pobreza y
de riqueza nos encontramos, para verificar nuestra vida de pobreza, nuestro
espíritu de pobreza y nuestra opción por los pobres.
2.
Las ventajas de la pobreza digna, material
y espiritualmente
El voto
de pobreza nos hace asumir limitaciones de nuestras comodidades, como
seguimiento de Jesús, identificación con los pobres y testimonio de solidaridad
con ellos. Esta clase de pobreza nos permite ser libres afín de amar y servir
mejor. He aquí unas ventajas de este voto:
-
Nos da
disponibilidad, para ser más presentes y eficaces, ya que no tenemos tantas
ataduras y esclavitudes que nos ofrece el ambiente de consumismo de tener cada
vez más y más cosas. Nos libramos del materialismo para dedicarnos al servicio
y carisma de nuestra institución, y de sus misiones.
-
Nos
protege contra la avaricia y la acumulación: es tan fácil atarse a las cosas.
Por eso, menos cosas: menos ataduras y menos avaricia. Recordemos que Jesús
calificó el dinero de ‘maldito’ y nos dio la llave para no dejarnos dominar por
él: ‘Aprovechen el maldito dinero para hacerse amigos’ (Lucas 16,9). El dinero
es para compartirlo: al no compartirlo, acumulamos, y esto nos destruye y
destruye a los demás.
-
Nos
permite independencia con los negocios y la corrupción: menos negocios y menos
corrupción. Nuestro sistema económico hace que difícilmente podemos acumular y
hacer beneficios sin explotar a los demás. Es difícil hacer comercio limpio y
no debe ser nuestro trabajo, en nombre de la pobreza.
-
Nos da
la oportunidad de presentar una alternativa de vida en sociedad: hacer que
nuestras relaciones sean basadas no en el individualismo, la acumulación, la
competencia y la violencia, sino en el compartir, la igualdad, la fraternidad y
la convivencia pacífica.
-
Nos
identifica con Jesús y nos abre las puertas del Reino.
3.
Los 3 niveles de realización de la opción
por los pobres
El origen
de la opción por los pobres, la encontramos en el Concilio Vaticano 2º
celebrado en Roma de los años 1962 a 1965. Al buscar cómo aplicar las
orientaciones del Concilio a América Latina, los obispos del Continente dijeron
repetidamente: ‘Debemos agudizar la conciencia del deber de solidaridad con los
pobres, a que la caridad nos lleva. Esta solidaridad significa hacer nuestros
sus problemas y sus luchas, saber hablar por ellos. Esto ha de concretarse en
la denuncia de la injusticia y opresión, en la lucha cristiana contra la
intolerable situación que soporta el pobre’ (en 1968, Medellín 14,10).
‘Volvemos a tomar la posición de la segunda Conferencia General (de Medellín)
que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres…
Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción
preferencial por los pobres con mira a su liberación integral’ (en 1979, Puebla
1134). ‘Asumimos con renovado ardor la opción evangélica preferencial por los
pobres, en continuidad con Medellín y Puebla’ (en 1992, Santo Domingo 296). El
sentido más claro de esta opción por los pobres se encuentra en el mensaje de
Puebla: ‘Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la
causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa,
la causa misma de Cristo. ´Todo lo que hicisteis a una de estos mis hermanos,
por humildes que sean, a mi me lo hicisteis´ (Mateo 25,40)’ (Mensaje de Puebla,
3). Miremos los 3 niveles de ‘aceptación e identificación’ de la opción por los
pobres.
-
La
opción de estar ‘con’ lo pobres. Es una actitud de preocupación por los pobres, de
hacerles visitas, de regalarles cosas, de defenderlos de vez en cuando, de
mostrarse apenado por su situación… Esta actitud se queda en el paternalismo o
maternalismo, pero no logra cambiar la situación de ellos y, en la mayoría de
los casos, mantiene el empobrecimiento y lo aumenta. Es una falsa opción por
los pobres: nos engañamos a nosotros mismos y los engañamos a ellos, porque no
les permitimos ser actores y protagonistas de su propia liberación.
-
La
opción de vivir ‘entre’ los pobres. Cuando optamos por vivir entre lo pobres, damos un
paso más real hacia la opción por los pobres. En este caso, difícilmente
podemos cerrar los ojos sobre su situación. Y ésta nos interpela, nos cuestiona
y no nos deja tranquilos: no podemos estar entre ellos sin hacer algo que les
ayude a salir de su situación. Pues, mientras no salen de su miseria, Cristo
nos está diciendo: ‘Lo que no hicieron con alguno de estos más pequeños,
conmigo no lo hicieron’ (Mateo 25,45). Pero esta presencia solidaria no es
todavía suficiente: es bastante, pero hay que dar un paso más al dejarnos
convertir por los pobres y dejarnos evangelizar por ellos.
-
La
opción de pensar ‘según’ ellos y luchar ‘desde’ ellos. Es el ejemplo de Jesús que nos debe guiar:
él se hizo pobre con los pobres; nació, vivió y murió entre ellos; habló desde
ellos. Es lo que nos expone San Pablo en su carta a los Filipenses 2,5-11: las
etapas de la encarnación de Jesús - de su conversión - que son 5. Jesús se
despojó de su divinidad, se hizo hombre, servidor, hasta la muerte, y la muerte
de cruz, como máxima solidaridad e identificación con los pobres. Ahí está el camino
trazado: asumir la condición y la causa de los pobres. Por eso, hay que
despojarse de muchas ‘riquezas’ que nos estorban y nos impiden ‘bajar’ o
‘subir’ al nivel de los pobres, para servir la causa de ellos, dejarnos
instruir por ellos, por su sabiduría, y hasta dejarnos evangelizar por ellos,
porque, si son los herederos del Reino, tenemos que hacernos mendigos de su
inestimable tesoro. En la opción por los pobres está nuestra capacidad de
identificarnos y convertirnos a Jesucristo. Pues, ha de ser esto la conversión
cristiana y necesitaremos de toda nuestra vida para lograrla aunque sea un
poquito, sin esperar que sea demasiado tarde. Se entiende que para los ricos
está conversión cuesta demasiado: el joven rico no la logró (Marcos 10,22),
Zaqueo sí (Lucas 19,9).
Ayudémonos a lograr hacer de verdad la opción por los
pobres según el ejemplo de Jesús y ayudemos a nuestros hermanos a conseguirla
también: ahí se juega nuestra entrada en el Reino. Pero sí, el Reino está
siempre a la mano.
IV. EL
SACERDOCIO O LA ORDEN
DE CONFORMARSE COMO PUEBLO
DE DIOS
Cuando reflexionamos sobre el
papel del sacerdote, podemos quedarnos en sus actividades espirituales de
celebrar la misa y perdonar, o de ser un consejero personal. Hablamos también
de intermediario y de puente con Dios. Pero, con todo esto, puede ser que nos
quedemos ‘en las ramas’, como se dice, y que no vayamos al meollo de su
ministerio sacerdotal. Pues, parece que todos estas actividades son sólo medios
para alcanzar un fin, que es la realización del proyecto de Dios, su sueño. Y
su sueño es que toda la Humanidad seamos un Pueblo, es más, que seamos su
Pueblo. Ser el Pueblo de Dios es ser una Comunidad consagrada a él, con las
características que desea él: la libertad de toda esclavitud, la alianza con él
y la fraternidad o solidaridad entre sus miembros. Tal vez sea esta la orden
sacerdotal: ayudarnos a constituirnos Pueblo de Dios mediante la fe y el amor.
Veamos más detalladamente.
A. NUESTRO BAUTISMO NOS HA HECHO PROFETAS, SACERDOTES
Y REYES
Nuestro bautismo nos da el
objetivo de la vida cristiana: entramos a formar parte de la Iglesia de Jesús
y, cuando grandes, confirmamos nuestro bautismo siendo partícipes de toda la
vida la Iglesia. Y las maneras de ser partícipes en la Iglesia se demuestra
mediante nuestra triple misión bautismal: siendo profeta, sacerdote y rey.
-
Somos
profetas cuando, como se dice, anunciamos y denunciamos con palabras y hechos
la presencia o la ausencia del Reino en nosotros y entre nosotros. Somos
encarnación de la Palabra de Dios.
-
Somos
sacerdotes cuando rezamos, participamos en actos de religiosidad popular,
bendecimos el pan y los hijos, nos consagramos a tareas de beneficio común.
Somos puentes e intermediarios con Dios.
-
Somos
reyes o ‘pastores’, utilizando el calificativo que prefirió Jesús, cuando nos
unimos, nos organizamos para formar comunidades, en particular Comunidades
Eclesiales de Base. Así, nos reunimos para avivar nuestra fe, profundizar la
Palabra de Dios, vivir la solidaridad, trabajar para renovar nuestra Iglesia y
luchar con otros para transformar nuestra sociedad. Nos hacemos ‘rebaño del
buen Pastor’.
Para no quedarnos en una dimensión individualista de
ser, cada uno y cada una, profetas, sacerdotes y reyes, podemos descubrir, si
hacemos parte de una grupo cristiano, que somos, colectivamente, una profecía,
un sacerdocio y el reinado de Dios por la vida comunitaria y las obras y
actividades que realizamos conjuntamente. Y en todo esto descubrimos que el
sacerdote ordenado es uno más que tiene que aprender de profecía, de sacerdocio
y de reinado. A veces, sus actividades propias lo encierran en el templo, en lo
espiritual y lo individualista, y se aleja de la vida de su gente, de la fe
viva que transforma la realidad, de la solidaridad, de la renovación de su
propia Iglesia y de las necesarias luchas del Pueblo para cambiar una sociedad
poco conforme al Reino de Dios. Por un lado va el sacerdocio ordenado del
padrecito, y por otro el sacerdocio bautismal de sus feligreses. Hace falta
unificar los dos: lo que nos va a unir es el mismo proyecto de Dios, o sea,
conformarnos en Pueblo fraternal y creyente.
B. LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
1.
Con Jesús, somos el nuevo Pueblo de Dios
Como
cristianos, formamos la Iglesia, o sea, el nuevo ‘Pueblo de Dios’. ¿Qué significa
esto? El primer Pueblo de Dios, lo conformó Moisés. En él está la raíz de
nuestra vocación comunitaria: Jesús vino a confirmarla con su vida, su palabra,
su muerte y su resurrección. La misión de Moisés fue triple: sacar a sus
compatriotas de la esclavitud de Egipto, sellar una alianza con el Dios que los
había liberado por la mano del mismo Moisés y, par no recaer en la esclavitud,
conformar una organización social igualitaria que impida la dominación de unos
sobre otros. Jesús confirmó este proyecto de Moisés logrando:
-
una nueva
liberación: Moisés no liberó de la esclavitud del pecado, Jesús sí;
-
una nueva
y eterna alianza: la alianza de Moisés era imperfecta ya que no era,
como Jesús, verdadera presencia de Dios;
-
un nuevo
Pueblo de Dios: el proyecto de Moisés no tenía la capacidad de lograr
la fraternidad perfecta de sus compatriotas, el proyecto de Jesús sí: nos hace
hermanos y hermanas iguales por su muerte y resurrección. El pecado ha sido
vencido en nosotros: el Reino de Dios ha comenzado.
El proyecto de Jesús es el Reino, o sea, la
conformación del nuevo Pueblo de Dios. El bautismo nos hace entrar en él, pero
si nuestro modo de vivir contradice este proyecto, nosotros mismos nos
apartamos de él. Nos perdemos, no por no saber, sino por no querer: nos
olvidamos, consciente o inconscientemente, de ser profetas, sacerdotes y reyes,
personal y colectivamente. Quedamos fuera del plan y del Pueblo de Dios.
2.
Moisés había abierto camino al proyecto de
Dios
Antes de
hablar de sacerdotes con la tribu de Leví, cuyo primer representante fue Aarón,
Moisés habló de la dimensión sacerdotal de su Pueblo, en nombre la alianza que
iban a contraer con Dios: ‘Ahora, pues, si ustedes me escuchan atentamente y
respetan mi alianza, los tendré por mi Pueblo entre todos los Pueblos.... Los
tendré a ustedes como mi Pueblo de sacerdotes y una nación que me es
consagrada’ (Éxodo 19,5-6). Llama la atención este reconocimiento de Dios: el
Pueblo de Moisés está para ser un Pueblo testigo del Proyecto de Dios. Y este
proyecto de Dios no es palabras, sino la puesta en marcha de lo que él quiere.
El Pueblo de Dios está llamado a ser la muestra real, en chiquito, de lo que
quiere Dios: que toda la Humanidad sea su Pueblo, a la manera del Pueblo de
Moisés. Jesús vendrá a confirmar, perfeccionar y llevar a la plenitud este
proyecto de Dios.
3.
La Iglesia es la realización del proyecto
de Dios
Para que
el proyecto de Dios, realizado en Jesús, no se pierda, el mismo Jesús confió a
la Comunidad de sus seguidores, o sea, a la Iglesia, la misión de continuar su
trabajo: el Reino. El Reino es el horizonte de la Humanidad. A esto estamos
llamados todos y todas, y tenemos la misión de integrar a él cada vez más
personas. La meta de la Iglesia es el Reino, ‘lo único absoluto’, dijo el Papa
Pablo 6º. San Pedro, el primer Papa, resumió esto en su carta: ‘Ustedes son una
raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un Pueblo que
fuera suyo y proclamara sus maravillas. Ustedes estaban en las tinieblas y los
llamó Dios a su luz admirable: ustedes, antes, no eran su Pueblo, pero ahora
son Pueblo de Dios’ (1 Pedro 2,9-10).
C. EL SACERDOTE ES EL ANIMADOR Y CELEBRADOR DE LA
FRATERNIDAD Y SOLIDARIDAD DEL PUEBLO DE DIOS
Ahora sí, entendemos que todos
estamos llamados no solo a formar parte del Pueblo de Dios, sino también de
aumentarlo con más y más hermanos y hermanas, siendo profetas, sacerdotes y
reyes. El sacerdote está ordenado a una misión propia dentro de este Pueblo
sacerdotal: va a ser aquel que anima a sus hermanos y hermanas a no desmayar en
la tarea del Reino. Debe ser la voz que recuerda siempre el proyecto de Dios a
los bautizados. Los sacramentos son los signos de la presencia del Reino en
medio de nosotros. La misa y la comunión son la actualización de la victoria de
Jesús. El sacramento del perdón es la reintegración en la Comunidad de los que
nos hemos apartado de construir el Reino: es el volver a formar el Pueblo de
Dios en marcha y en lucha por el Reino. El sacerdote no es primero el hombre
del culto ni de los sacramentos, sino el mentalizado del Reino cuya presencia
se celebra en los sacramentos. Es aquel que ayuda a la Comunidad a ser una
profecía viviente, a ofrecerse como Pueblo consagrado a Dios, a celebrar el
Reinado de Dios en sus luchas y logros. Es el animador de la Comunidad para que
viva la fraternidad hacia adentro y la solidaridad hacia afuera. Es aquel que
ayuda a la constitución de un Pueblo fraternal, a hacer realidad el sueño de
Dios: que toda la Humanidad sea el Pueblo de Dios. Comencemos en chiquito, en
pequeños grupos y comunidades, y multipliquemos estos grupos, para que nazcan
verdaderos cristianos y verdaderos sacerdotes.
A N E X O S.
CONTENIDO (en un retiro para
seminaristas).
1.
El
sacerdocio bautismal
2.
El
sacerdocio ministerial
3.
Oración
para pedir sacerdotes
I. EL SACERDOCIO BAUTISMAL
Mensaje: Vamos a descubrir que:
-
Todo
bautizado tiene una vocación, o sea, un llamado de Dios al servicio del Reino.
-
Somos
un Pueblo sacerdotal, no sólo individual sino colectivamente.
A. Reunión. El
SACERDOCIO BAUTISMAL: SOMOS UN
PUEBLO SACERDOTAL.
Dialogo
inicial: La triple
vocación del bautizado.
- ¿Cuáles son los signos que acompañaron
nuestro bautismo?
- ¿Qué sentido tiene cada uno de estos
signos?
Palabras de
nuestros obispos en Santo
Domingo:
-
‘El
Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por fieles cristianos laicos.
Ellos son llamados por Cristo como Iglesia a ejercer en el mundo, viña de Dios,
una tarea indispensable. A ellos se dirige hoy la palabra del Señor: ´Vayan
también ustedes a mi viña´ (Mateo 20,3-4 y Marcos 16,15). Como consecuencias
del bautismo, los fieles son insertados en Cristo y son llamados a vivir el
triple oficio sacerdotal, profético y real. Esta vocación deber ser fomentada
por los pastores de las Iglesias particulares’ (94).
-
‘Promover
y fortalecer el laicado para ejercer en el mundo su triple función: la
profética en el campo de la palabra, del pensamiento, su expresión y sus
valores; la sacerdotal en le mundo de la celebración y del sacramento; la real
en el universo de las estructuras sociales, políticas, económicas’ (254).
- De lo que dicen nuestros obispos, ¿qué
es lo que más nos llama la atención?
Palabra de
Dios. 1 Pedro 2,5-10 y Romanos
12,1-2: Somos una Comunidad sacerdotal.
- ¿Qué decía San Pedro sobre nosotros
los bautizados?
- Para San Pablo, ¿en qué consiste ser
una ofrenda agradable a Dios como Comunidad?
Hoy nosotros: Ser una profecía, un sacerdocio y el
reinado de Dios.
- Expliquemos cómo somos profetas y
profecía, sacerdote y sacerdocio, reyes-pastores y reinado y ofrenda
agradable.
- Después de esta reflexión, ¿qué a actitudes
nuevas y compromisos nos sentimos llamados como bautizados y bautizadas?
B. Comentario:
LA VOCACIÓN EN GENERAL.
- La Vocación en nuestra vida
Como
seres humanos creados a ‘imagen y semejanza de Dios’, estamos llamados a ser:
‘con Dios: hijos, entre humanos: hermanos y con la naturaleza: compañeros de
camino’. El fin que perseguimos es el Reino, que se construye en estos 3
espacios. Esto lo vamos a realizar de 4 maneras distintas, según nuestra
inclinación y los llamados que hayamos sentido en nuestra existencia. Son el
matrimonio, algún servicio como soltero o soltera, el sacerdocio y la vida
religiosa. Cada una de estas 4 situaciones tiene sus particularidades. Lo
importante es reconocer en ellas el llamado de Dios y cumplir con la misión que
cada una conlleva.
- El ejemplo de Jesús.
Al inicio
de su ministerio de profeta del Reino, Jesús llamó y formó un grupo de
discípulos y discípulas. Entre ellos escogió a sus apóstoles, o sea, un grupo
más cercano que será encargado de continuar, en Comunidad, la tarea comenzada
por Jesús. Ellos tenían la misión de dar a conocer la Buena Nueva del Reino,
comunicando quién es Dios y cuál es su proyecto, y orientando nuestro
comportamiento de los unos con los otros y con la naturaleza. La misión de
Jesús fue de insertarse entre los pobres y desde allí anunciar y hacer presente
el Reino de Dios. Se dirigió a todos, pero desde la realidad de los pobres y de
la pobreza digna.
- La misión de evangelizar.
Nuestra
misión de evangelizar proviene de nuestro bautismo que nos identifica con
Jesús. Desde allí estamos llamados a ‘hacer que todos los Pueblos sean sus
discípulos’ (Mateo 28,19). Esto se realiza mediante 3 actividades principales:
-
La
de profeta y profecía:
tenemos que, en palabras y hechos, anunciar la Buena Nueva de Reino y denunciar
lo que detienen y destruyen el crecimiento del Reino. Al realizar esta misión
de una manera colectiva, somos una profecía.
-
La
de sacerdotes y sacerdocio: todos estamos llamados a ser los representantes e intermediarios con
Dios. Los padres de familia lo son para sus hijos, los coordinadores para sus
grupos, los amigos entre sí: mediante la oración, la bendición, los consejos,
el testimonio… Esto se cumple también en los actos de religiosidad popular.
-
La
de rey - pastor y reinado: a la manera de Jesús, tenemos que ser reyes, en la cruz, o sea,
pastores hasta el don de la vida. Aquí se trata de organizarnos conforme a los
criterios del Reino. De esta manera, colectivamente, estamos formando el reino
de Dios.
II. EL SACERDOCIO
MINISTERIAL
Mensaje: El sacerdote ordenado es:
-
parte
del Pueblo sacerdotal que se ofrece a Dios como una ofrenda agradable,
-
signo
y garante de que Dios ha recibido esta ofrenda y responde bendiciéndolo y
transformándolo en su presencia.
A. Reunión: EL SERVICIO DEL SACERDOTE ORDENADO.
Diálogo
inicial: El sacerdote es
nuestro garante delante de Dios.
- ¿Cuáles son los distintos signos de
una ordenación sacerdotal?
- ¿Cuáles de estos signos ya se dieron
en nuestro bautismo?
- ¿Cuáles son los signos propios al
sacerdote ordenado y su significado?
Palabras de
nuestros obispos en Santo Domingo:
-
El
ministerio de los presbíteros es esencial para que la Iglesia responda al
designo salvífico de Dios con el anuncio de la Palabra, con la celebración de
los sacramentos y en la conducción pastoral. El ministerio ordenado es siempre
un servicio a la humanidad en orden al Reino’ (67).
-
‘Todos
los ministros queremos conservar una presencia humilde y cercana en medio de
nuestras Comunidades para que todos puedan sentir la misericordia de Dios. Queremos
ser testigos solidarios de nuestros hermanos’ (75).
- ¿Qué recomendaciones nos hicieron
nuestros obispos a los ministros ordenados?
Palabra de
Dios. Romanos 15,15-17:
Hacer de los Pueblos una ofrenda agradable a Dios.
- Para San Pablo, ¿en qué consistía el
sacerdocio ordenado?
- ¿Cómo podemos unificarnos entre
ministros del sacerdocio bautismal y del sacerdocio ordenado?
Hoy nosotros: Seglares y sacerdotes juntos al servicio
del Reino.
- ¿Qué responsabilidades y ministerios
pueden cumplir los seglares?
- A partir de estas reflexiones, ¿cómo
ubicamos armoniosamente al sacerdote ordenado?
B. Comentario:
LA MISIÓN DEL SACERDOTE ORDENADO.
Después de que un ministro, mediante su ordenación,
ha consagrado su vida al Reino, tiene frente a él todo un camino por delante.
Su fuerza será su intimidad con Dios. Su testimonio será de esperanza para los
que lo rodeen. Será levadura de comunidades en medio del Pueblo. Será señal de
reconciliación. Revelará el absoluto de la solidaridad dentro de la dura
realidad de la vida. Celebrará los pequeños logros como signo de la presencia
del resucitado y crecimiento de Reino, anticipando el futuro que está viniendo.
El ministro ordenado será un
signo múltiple delante de la Comunidad: puente entre Dios y el Pueblo,
testimonio de servicio desinteresado, fuerza que confía en el Reino, aliento
para continuar el camino, luz y sabor para la vida. Su compromiso es eclesial y
social:
-
Eclesial: por construir comunidades fraternales
entre sí, solidarias con los pobres, orantes y celebrantes.
-
Social: por fomentar el compartir con miras a
mayor igualdad, construir la paz por vivencia de la verdad y la justicia,
alentar la solidaridad frente a los atropellos… siendo ‘como corderos en medio
de lobos’ (Lucas 10,3).
Que el Dios de la Vida, Padre y Madre, nos guíe
siempre por el camino de la fe y del amor.
III. ORACIÓN
PARA PEDIR SACERDOTES
Bendito Jesús: la mies
cada vez es más, pero los obreros pocos son ya.
La cizaña crece sin parar;
hacen falta sembradores de la verdad.
Envíanos, Jesús, sacerdotes
profetas que, con la denuncia y el anuncio del Evangelio,
Iluminen a los hombres que
están en tinieblas, al camino que conduce al paraíso de Dios.
Danos, Jesús, sacerdotes
santos que, con el testimonio de sus vidas,
Aprendamos todos a tratar
de ayudar a nuestros hermanos que caídos están.
Levanta, Jesús, sacerdotes
sabios que, en tu Iglesia apostólica y universal,
Nos descubran el auténtico
misterio: Dios uno y trino en solidaridad.
Despierta, sacerdotes
mártires, pues el egoísmo conduce a la perdición,
Y sólo en la entrega de la
vida encuentro todo hombre la salvación.
Necesitamos, Jesús, sacerdotes
servidores que, en la masa impotente de la humanidad
Torturada por la
violencia, miseria y discriminación, introduzcan levadura de paz, justicia e
igualdad.
Aspiramos, Jesús, a
sacerdotes creyentes que, en esta sociedad de sectas y secularización,
Con María, nuestra madre
de bondad, nos acerquen a ti, en la Eucaristía fraternal.
Queremos, Jesús, sacerdotes
comprometidos, con la espiritualidad y la pastoral liberadoras,
Que estimulen a los
cristianos al trabajo en la reforma de la individualista sociedad.
Te pedimos, Jesús, sacerdotes
buenos que sepan perdonar al duro ofensor,
Para que en el mundo
encadenado al rencor, penetre la semilla de la reconciliación.
Vengan a nosotros, Jesús, sacerdotes
humildes que renuncien al poder, al prestigio y al tener,
Alienantes ídolos del
sistema mundial de muerte, trayendo la conversión a tu Reino de Vida.
Aspiramos, Jesús, a sacerdotes
fuertes frente a la tentación, al pecado y al dolor,
Para así potenciar nuestra
humana debilidad enredada en vicios, pasiones y corrupciones.
Amado Cristo Jesús:
manifiesta tu único sacerdocio mediador
Para que tus ministros
sean imagen perfecta de tu voluntad soberana de redención,
En la Iglesia de los
Pobres, sacramento de comunión.
Construye, sí, en el
Pueblo de Dios, Comunidades de Base y Evangelización
Que sean en ti, camino,
verdad y vida, para una humanidad que está medio perdida.
Pedro Serrano.
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